Capítulo 3

508 75 1
                                    

Ambas habían permanecido en silencio. Jisoo ya estaba un poco más tranquila después de ese encuentro con aquel alfa, pero sus alarmas no habían disminuido. Jennie seguía parada como estatua en el inicio de la cocina. Rosé había desaparecido.

La omega deseaba escapar de allí, pero algo en ella, no se lo permitía. No sabía si era culpa de aquellas gotitas, o por la mirada de preocupación de Jennie. Ambas alternativas eran correctas.

La alfa, con algo de nerviosismo, comenzó a caminar hasta el lugar de Jisoo, y con suavidad, apuntó el asiento vacío a su lado. Le estaba pidiendo permiso para sentarse junto a ella.

No sabía como negarse, y simplemente, asintió en silencio, mientras apretaba sus manos temblorosas. Su aroma la golpeó con fuerza. Era aquella mezcla entre perfume y alfa. Alfa y perfume.

Jennie deseaba saber la causa del miedo en la omega. Quería saber porque la había encontrado en ese estado. No quería ser invasiva, pero tampoco se quedaría con los brazos cruzados. Lamentaba no haber llegado un poco antes. Se había perdido la conversación entre Rosé y Jisoo.

—¿T-te encuentras mejor? ¿Puedo ayudarte con algo?

Nuevamente la voz suave de Jennie, llegaba hasta la médula de Jisoo. No entendía como una persona podía tener una voz tan suave y relajante. Resultaba tranquilizadora, como una brisa cálida, que la envolvía en una burbuja desconocida.

—N-no... Estoy bien.

—Oh... ¿Extrañas a tu familia? Puedes llamarlos si lo deseas. Suele pasar que algunos omegas extrañan a sus familias. ¿Ya tienes el teléfono?

Negó suavemente, mientras buscaba alguna excusa creíble para lo sucedido. No quería que esa mujer se enterase de sus problema de omega. Sus insignificantes problemas, con los cuales, debía aprender a lidiar por al menos, cuatro meses.

Jennie buscó entre sus bolsillo, su dispositivo móvil, y al encontrarlo, se lo extendió por la cubierta de la mesa. No quería tocarla. Podría ponerla aún más nerviosa de lo que había encontrado a la chica.

—P-puedes llamarlos desde aquí si quieres. Hablaré con Rosé o Tzuyu para que te entreguen tus cosas.

—No es necesario. E-estoy bien... Sólo fue un episodio de histeria. Típico de omegas.

Jennie había escuchado muchas veces que ciertos alfas se referían de esa manera a sus omegas o a los omegas en general. Ella no creía que fueran exageraciones. Siempre les hacían daño, de una manera u otra, les hacían daño. Su casa estaba llena de alfas idiotas.

—¿T-te lastimaron? ¿Alguien te hizo daño?

—No... Claro que no.

—Yo no creo en esa histeria de los omegas o en exageraciones. Te hicieron algo....

—No.

Quería mentir, realmente quería hacerlo, pero el recuerdo de esa mirada lascivia, de esa cercanía desagradable, y ese aroma provocaron que estallara en llanto. Nuevamente lloraba frente a Jennie.

Se arrepentía con todo su ser, haber acepto ir a ese lugar. Ella no lo quería. Podrían haber mandado a una persona con experiencia. Jisoo no sabía que hacer, y sólo, llevaba un día. El peor día de su vida. Había tenido que soportar un viaje eterno, con omegas temblorosos y un par de alfas desagradables, para llegar a esa casa. Se encontró con información que Lisa no les había entregado, y también, se encontró con Jennie. No había dormido absolutamente debido al miedo, y trabajo todo el día, hasta que ese alfa la mantuvo retenida en medio de aquella planta. Si Rosé no hubiera llegado, posiblemente, terminaría en un gran problema. Violada o muerta. Tal vez ambas.

INFILTRADA - JENSOO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora