Capítulo 14

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Jisoo vagaba de lado a lado por la cocina, mientras observaba a Manju morder uno de los muchos juguetes que había encontrado. Dejó el teléfono encima de la isla, y suspiró, mientras escuchaba a Rosé insultar a Jennie desde el otro lado.

—Es una maldita. Déjala, Jisoo. Ni siquiera te acerques a ella. Te dejó sola. Solita, como una hojita. Me da vergüenza tenerla de amiga.

—No es su culpa, Rosé. Yo la presione a decirme algo. Ni siquiera sabía lo que quería escuchar.

—Que te quería, que te deseaba, que iba a permanecer a tu lado. Que te quería a ti, y sólo a ti. Que entregaría su alma y su corazón, tal como hiciste tú. Le entregaste todo en Seúl. Tu vida, tu futuro, tu integridad, todo. Quiero golpearla por escapar. Deberías estar enojada, pero te oyes tranquila. ¿Estás bien?

Jisoo mentiría si decía que todo estaba perfectamente. No lo estaba. Se sentía muy triste. No sólo porque Jennie se fue, sino, porque eran pasadas las diez de la noche, y aún no volvía. Su tarde se había basado en jugar con Manju y pensar. Pensar por horas completas en ella.

—Estoy bien —mintió con facilidad. No tener que ver a Rosé, le hacia las cosas mucho más fáciles— Hay un cachorro muy lindo por aquí.

—Jennie es una idiota. ¿Quieres que mande a Lisa y a Yeri a buscarte?

—No es necesario. Espero que vuelva. No puedo dejarla sola.

—Ella te dejó sola.

—Yo soy débil. Soy una omega débil, que ya no tiene poder sobre ella misma. Eso es lo que soy. Siempre seré esto. Al menos, quiero asegurarme de que está bien.

Tomó el teléfono de la isla, y llegó hasta la sala de estar. Se dejó caer en el suelo, y Manju llegó a su lado, para apoyar su cabeza en el regazo de la omega.

—Jennie es más débil que tú. Huyendo lo demostró.

Débil o no, sigue causando lo mismo en mí.

—No sé, Rosé.

—Sabes, si yo fuera Jennie, en lugar de salir corriendo, te hubiera besado. Cuando las palabras no salen, no hay nada mejor que un beso. Un buen beso. Intenso. Un beso que pueda demostrar todo lo que sientes, pero no, la cobarde salió corriendo. Le faltaron los huevos para encarar esa situación.

—¿Un beso?

—Sí. A la vida, y ya.

Jisoo sonrió débilmente, ella estaba completamente segura de que Jennie jamás tomaría la iniciativa de besarla. No la imaginaba en ese plano. Su mano pasaba por el pelaje de Manju con cuidado. El cachorro, se había ganado el corazón de la omega con creces. Con sólo una mirada.

—Rosé, si Jennie no vuelve, ¿Qué hago?

La culpa era el sentimiento que más la atacaba en esos momentos. Era su culpa que Jennie huyera. Todo era su culpa. Si no fuera por su presión, estaría junto a ella. Podrían ver las estrellas nuevamente, o hablar de la vida. La simple idea de estar junto a Jennie, la emocionaba.

—Te voy a buscar, y la matamos. Fácil. Si Jennie no vuelve antes de la medianoche, iré a buscarte.

—Rosé, no es necesario.

—Claro que lo es. Estás en un país que no es el tuyo, en una casa que no conoces, esperando por una idiota. No dejaré que una amiga se quede sola. Si no llega a casa antes de la medianoche, iré a buscarte. No seré la única que querrá asesinar a Jennie.

—¿Por qué lo dices?

—Si su madre se entera, no voy a tener el placer de cortarle las bolas. Jihyo suele ser extrema con las relaciones de sus hijas. Tienes una aliada en caso de que Jennie siga siendo idiota.

INFILTRADA - JENSOO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora