CAPÍTULO II

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2.
EL TRATO
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El brillante sol empezaba a nacer en las Altas Tierras de Escocia y comenzaba a alumbrar las vetustas ventanas de Hogwarts: El colegio de magia y hechicería.

Cuando despertó, Isabelle se sintió en una escena de suicidio. Maldijo por lo bajo al recordar lo que había sucedido la noche anterior y nuevamente, la esperanza de que el carruaje que tiraban los abraxan de Beauxbatons invadan su habitación y la lleven con su hermana-aún en pijama-para contarle todo lo sucedido, se hacía presente.

Con el inicio del ciclo lectivo, la joven ya avisaba un mal presagio. En los años anteriores, jamás había odiado despertar. Además, el brazo le dolía y le pedía a gritos que la lleve a la enfermería.

Se levantó de la cama con algo de dificultad y se dirigió a un pequeño pergamino que contenía los horarios del día jueves: La primera clase era Historia de la magia, la cual duraba dos horas y consideraba la más aburrida de todas; le seguía Defensa Contra las Artes Oscuras-también dos horas-cual era la asignatura favorita de Isabelle; y, por ultimo Adivinación, con la alocada profesora Trelawney.

Al girar la cabeza hacia las otras camas, se cruzo con tres cabecillas acostadas en las agradables almohadas. Amber estaba acostada con un libro que, al parecer, era aburrido ya que se había quedado dormida leyéndolo, y en las camas que estaban al frente suyo, se encontraba una larga melena pelirroja durmiendo plácidamente y el hermoso cabello oscuro de Juliette, el cual combinaba con el antifaz verde que usaba para dormir.

Mientras se miraba en el espejo para vestirse, pensaba muchísimas técnicas para evitar miradas. ¿Será que muchos lo saben? ¿Se habrá expandido tanto?, no lo sabía y temía de saber. Por otro lado, su cerebro le recordó el encuentro con el apuesto Carson, el cual había olvidado por completo.

Miles de dudas azotaban sus pensamientos y tenía muchísimas ganas de vivir escondida en su habitación. No iba a tolerar las críticas y, con todas sus fuerzas quería tomar a las personas que habían expandido su expulsión, y también pegarle a Flint, obvio.

El ruidoso despertador de Amber resonó en la habitación y eso hizo que de un respingo. No se había dado cuenta que se había despertado temprano y sentía que estaba perdiendo la noción del tiempo. Ninguna de las chicas habló. No eran de hablar por las mañanas, pero Isabelle disfruto del agradable silencio.

Cuando tuvieron que bajar a desayunar, a la serpiente otra vez se le vino la idea de colocarse unos anteojos de sol y taparse lo más que pueda, pero decidió nuevamente abandonar el plan para no quedar ridícula. Sus amigas la tranquilizaban con que el quiddich no lo era todo, pero Isabelle estaba segura de que ellas no lo comprendían; en su vida, el quiddich era una luz en una solitaria torre gris en el mar, y nadie podría evitarlo. A pesar de las suposiciones, el desayuno no estaba tan mal, solo le incomodaron algunas miradas. Pero, de igual forma, no pudo evitar atracones para irse más rápido de allí.

𝗦𝗖𝗔𝗡𝗗𝗔𝗟𝗢𝗨𝗦 ─ FRED WEASLEYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora