Capítulo 19 | MIGRAINE

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(***)

Porque a veces para seguir
Con vida
Debes matar a tu mente

Sin duda alguna aquella rubia pudo haberse llevado un buen golpe que la habría mandado al suelo de parte de Bruce, si no hubiera sido porque extrañamente reaccioné rápido y me interpuse entre Heather y Bruce, tomando al último por la muñeca para d...

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Sin duda alguna aquella rubia pudo haberse llevado un buen golpe que la habría mandado al suelo de parte de Bruce, si no hubiera sido porque extrañamente reaccioné rápido y me interpuse entre Heather y Bruce, tomando al último por la muñeca para detener el golpe que difícilmente me desestabilizó. 

Solo pude pensar en ese momento en lo mucho que desprecié a aquel hombre por haberle levantado la mano a su propia hija, cuando ella había tenido toda la razón de reclamarle por lo que hacía.

Y entendí finalmente que Heather solo quería que la escucharan, que la entendieran y demostraran estar con y para ella en su proceso de sanación por haber perdido a la única persona que al parecer valía la pena para ella. 

Pude ver en la mirada de Bruce que estaba indignado por haberme puesto en medio. No quité mi mirada de la suya y me apresuré a decir algo sonando lo más calmado e indiferente que podía:

—Con todo respeto, señor, no me parece apropiado perder los estribos de esa forma —dije lentamente, casi queriéndolo asesinar con la mirada de forma disimulada—. Menos cuando su hija ha pasado por eventos traumáticos y estresantes, incluyendo lo de hoy. Usted debería poder entender que a eso se debe su comportamiento, ¿verdad?

Bruce se quedó en silencio, con la mandíbula apretada y casi llamas saliendo de sus ojos azules. Y sin embargo, logró calmarse al fin. Al darse cuenta de que aún mi mano permanecía sujetando su muñeca firmemente, se soltó de mi agarre de forma brusca. Pero no me inmuté ante su aún notable molestia, sino que lo seguí con la mirada hasta que tomó asiento de nuevo y entretuvo sus manos en encender otro cigarrillo.

—Llévate a Heather de aquí, Andrew. Y luego hablaremos.

No hizo falta decirlo dos veces para que mi mano se dirigiera a la de cierta rubia que miraba el suelo perdida en sus pensamientos, y la sacara de aquel lugar lo más rápido posible. Porque a decir verdad, si me hubiese quedado más tiempo escuchando como aquel hombre le hablaba a Heather como si no fuera nada, era bastante probable de que terminara corriendo sangre. Y no la mía ni de Heather precisamente.

Aunque aquí la incógnita que comenzaba a aparecer era el porqué de mis ganas de acabar con Bruce lo más pronto posible. ¿Tal vez porqué era un hombre de lo más despiadado? ¿Porqué era mi trabajo acabar con él? ¿O porqué odié ver como era capaz de callar a su hija de un golpe?

¿O porqué Heather me recordaba, de alguna forma, a mí hace años atrás?

Sea como sea, entendí que no debía involucrarme demasiado en el tema. Tampoco debía olvidar que era solamente su guardaespaldas y que mi único trabajo (para todos) era protegerla. No podía haber lugar para nada más; ni siquiera para sentimientos como compasión o lástima que se pudieran malinterpretar. No cuando ella estaba en un estado emocional en el que podía fácilmente volverse dependiente de cualquier persona que la tratara bien. Y honestamente no quería que me viera como un amigo o alguien que pudiera ser amable con ella porque eso significaba acabar con ella de la manera más cruel cuando supiera de la verdad.

HEATHER: Promesas Rotas © [Primer Y Segunda Parte]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora