Capítulo 25 | RIGHT HERE

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(***)

Y me importan una mierda tus amigos

Yo estoy aquí

Lamentablemente había tenido que faltar a la empresa durante la mañana

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Lamentablemente había tenido que faltar a la empresa durante la mañana. La noticia no le había sentado para nada bien a mi padre como era de esperarse, sin embargo me había sido imposible salir de cama. No porqué estuviera enfermo, sino porque mi cabeza no paraba de dar vueltas y cada vez que trataba de dormir en las noches, despertaba más cansado. Cómo había sucedido el día de hoy.

Creí que era cosa de mi presión arterial, o del exceso de trabajo en la empresa y la universidad. Pero también sabía que no era así. ¿Por qué estaba teniendo tantas pesadillas últimamente? ¿Por qué en todas ellas participaba cierta chica rubia y de ojos verdes? También Daryl y... Andrew.

¿Por qué tenía pesadillas con aquel tipo?

—¿Cómo te sientes, hijo? —preguntó Nana luego de entrar al cuarto. Portaba una bandeja con el desayuno en manos.

—Mejor, Nana —sonreí, desganado, sosteniendo una rejilla húmeda contra mi frente. Estaba seguro de que no tenía fiebre, pero la anciana frente a mí sí lo creía y por eso me había obligado a usarlo.

—¿Seguro? Te ves un poco pálido, Egan —dejó la bandeja en la mesita de luz y se acercó a mí, preocupada. —. Ay, hijo. Deberíamos llamar a un doctor. Hace días que vienes quejándote del dolor de cabeza.

En realidad había tenido ese problema hace unos años atrás. Nana no lo sabía ya que nunca quise decírselo porque me parecía algo... irrevelante. Asumí que solo me sucedía cuando me estresaba demasiado. Una simple jaqueca. Pero en los últimos meses había aumentado. Era un dolor raro; más bien mareos que experimentaba al despertar. Cómo si mi mente estuviera dormida, pero mi cuerpo despierto. Y por eso mismo me despertaba sintiéndome cansado.

También... solía escuchar voces. Voces pertenecientes a mis pesadillas y cuando recuperaba la conciencia... se desvanecían en murmuros hasta desaparecer por completo.

—Solo necesito una ducha y... tomar aire —me incorporé en la cama y Nana colocó la bandeja en mi regazo. Había jugo de naranja natural, tostadas untadas con mermeladas, y también melones cortados en pedazos.

—Espero que te hayas estado alimentando bien, hijo mío —suspiró Nana tomando asiento en la orilla de la cama, a mi lado.

Tomé una tostada y le di un mordisco.

—Claro que sí.

HEATHER: Promesas Rotas © [Primer Y Segunda Parte]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora