(***)
Tenía un billete de ida a un lugar donde van todos los demonios
Donde el viento no cambia,
Y nada en el suelo podrá crecer jamás
No hay esperanza, solo mentiras
Y te enseñan a llorar en tu almohada,
pero sobrevivíCaminé hasta las escaleras de la mansión para cruzar el salón y poder llegar hasta las escaleras de caracol que me llevarían hasta el segundo piso. En cada paso que daba se escuchaba la suela de las zapatillas dando un fuerte taconazo contra la blanca y reluciente cerámica, una clara muestra de mi molestia.
—No entiendo porqué te has enojado tan de pronto, muñeca.
—¿Es en serio, Andy? —dije sin girar a verlo. Andrew me seguía de atrás a una distancia considerable, confundido.
En cuanto Egan se fue, mi guardaespaldas me llenó de preguntas las cuales, por obvios motivos, siendo el principal mi molestia hacia él, no le respondí. Incluso pasé de él ignorándolo, lo cual lo llevó a seguirme hasta el pasillo de mi habitación.
—Sí es por ése ya te dije que tu padre me dió las órdenes —defendió.
Rodé los ojos.
—Se llama Egan, Andy. E-gan. Y no entiendo qué problema tienes con él.
—No tengo un problema con él —antes de llegar a mi habitación paré de caminar y me di media vuelta hacia Andrew, enarcando una ceja. Él soltó un bufido y metió sus manos en los bolsillos de su pantalón, desinteresado—. Me cae bien. Lo juro. Es un buen tipo.
—Deja el sarcasmo —me crucé de brazos y lo miré desde abajo. El maldito era un poste de luz—. Andy, sabes que no me gusta que me controlen. Para eso tengo a mis padres ya.
—Muñeca, mi deber es cumplir con las órdenes de tu padre —dijo con obviedad—. Si él dice algo, ¿quién soy yo para llevarle la contraria? —sonrió con burla.
Lo miré, desafiante.
—No parecía eso cuando te tomabas los días libres sin su permiso, ¿verdad? Eres un imbécil. Solo le haces caso cuando te conviene.
Mi guardaespaldas no quitó su sonrisa burlona de su rostro. Por el contrario, soltó una risa y, cruzado de brazos, se inclinó hacia adelante hasta que su rostro quedó a centímetros del mío. Eso me desconcertó por completo y provocó que una onda de nervios repentinos me envolviera.
—Entonces resulta que los dos somos unos rebeldes, ¿no? —soltó en un tono de voz ronca, lo cual fue suficiente para que enviara pequeñas descargas eléctricas a todo mi cuerpo.
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HEATHER: Promesas Rotas © [Primer Y Segunda Parte]
Roman pour AdolescentsHeather Evans es una chica nacida en una familia adinerada y poderosa. Con padres sumamente reservados y estrictos, de esa forma buscan que sus dos únicos hijos, Daryl y Heather, sean igual de exitosos que ellos. Sin embargo, el asesinato hacia el h...