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HEATHER
EVANS

¿Daryl? ¿Qué haces pegado a la puerta de la oficina de papá? —preguntó una niña de cabellos rubios y ojos curiosos. Una Heather de catorce años.

—¡Shh!—se apresuró a formular con sus dedos cerca de sus labios. El chico de dieciséis años le hizo señas a su hermana menor para que se acercara en silencio.

Ella obedeció con extrañeza. Era medianoche y para entonces no había nadie rondando los pasillos de la mansión excepto los dueños. Sus pies descalzos se acercaron hasta situarse a un lado de su hermano.

—¿Qué estás haciendo?

—No hagas ruido, niña—dijo el chico de cabellos dorados y ojos castaños.

Heather obedeció cuando la voz de su padre proveniente del otro lado de la puerta captó toda su atención; eran gritos. Parecía discutir con alguien por teléfono.

¿Por qué papá estaba en su oficina a éstas horas de la noche? ¿Y por qué parecía tan enojado?

—No quiero que vuelvas a amenazarme así, hijo de puta—dijo Bruce con notable enojo contenido. Estaba perdiendo los nervios—. ¿De qué estás hablando? ¡Tú mismo firmaste ese contrato! ¿Recuerdas? No es mi culpa que no sepas leer bien los términos.

Ambos chicos se miraron con curiosidad. Sin duda alguna era una discusión entre socios.

Una risa cínica brotó de los labios de Bruce luego de unos segundos en silencio.

Olvídalo, infeliz. No sabes con quién te estás metiendo. ¿Crees que te creerán a ti en vez de a mí? No eres nadie. Solo... fuiste una pequeña ayuda. Y ya te di tu parte.

Otro silencio.

—¿Una demanda?—rió con sarcasmo—. ¿Una demanda por qué? Sí en el contrato se puede ver claramente tu maldita firma. No quieras inculparme de algo que no tengo culpa. Menos cuando sabes que terminarás perdiendo.

—Daryl... deberíamos irnos—la niña tomó del brazo a su hermano mayor, jalandolo.

—Espera, hermana—dijo él alejando la mano de Heather de su brazo, atento a cada palabra de su padre. Parecía curioso. Él quería saber algo.

Mientras tanto, Bruce parecía muy enojado y nervioso.

—Estás demente. Solo eres un ex-socio resentido por el despido. Y mentiroso también. Nadie te creerá, así que ni lo intentes.

—Daryl... solo son discusiones aburridas de trabajo—la niña hizo un puchero. Aquello no le interesaba.

Entonces el rubio mayor volteó a verla con una seriedad inusual de él. Eso sin duda sorprendió a Heather, y prestó atención a sus siguientes palabras.

—No lo es, hermana. Papá esconde algo.

—¿Qué cosa?

—No lo sé. Pero siempre lo escucho discutir con alguien. Y creo que se trata de la misma persona.

Bruce le gritó algo a la otra persona del teléfono, sobresaltando a los hermanos Evans.

HEATHER: Promesas Rotas © [Primer Y Segunda Parte]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora