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—Solo esto — Alastor señaló la primer anotación de Husker. Recorrió el resto de información una vez más y le sorprendió que había hecho bien su trabajo... a pesar de la premura —. Lo demás... Déjalo así.

— ¿Hacerla esperar una semana para solo darle migajas de información? — preguntó Husk —. Le haría mejor saberlo todo desde ahora. Se ahorraría mucho...

—Husker — Alastor levantó la mirada —. ¿Recuerdas lo que te dije desde el día uno en el que nos conocimos? — Husk suspiró y asintió pero Alastor se quedó callado y a la espera. Quería escucharlo decirlo.

—Siempre... Sabes lo que estás haciendo — murmuró. Se quedó callado unos segundos y después volvió a hablar: —. No entiendo. Se supone que te importa la chica... hasta cierto punto. ¿Por qué quieres que se le acerque a este tipo?

—El demonio está en los detalles, mi amigo. Ahora, por favor... llámala. Dale esto. La hará feliz, le dará algo en qué entretenerse y veremos cómo se desenvuelven las cosas.

***

Husk tenía los puños apretados sobre la mesa y miraba la superficie fijamente. Estaba intentando mantener la calma todo lo posible, contando hasta diez mentalmente mientras su espacio personal era invadido a un grado que nunca antes había sentido. Podía sentir en la nariz el perfume dulce de Angel, que no dejaba de mirarlo, buscando hacer contacto visual de alguna manera.

Charlie leía una y otra vez la dirección que le había entregado, donde su padre, su verdadero padre, vivía ahora. Estaba del otro lado de la ciudad, si, pero la distancia no le parecía tanta teniendo en cuenta el tiempo que había vivido sin saber de él.

— Qué lindo tu lunar de canas — Angel estiró una mano y puso su dedo en la parte superior de la frente de Husk, hundiéndolo entre los rizos platinados, causando que él se sobresaltara y le tomara la muñeca para apartar su mano —. Oh, el gatito tiene garras... Y qué fuerza, qué manos tan grandes...

— ¡¿Te importaría?! — Husk lo soltó y tomó su distancia de nuevo, haciendo una mueca de desagrado.

— ¿Contigo? No, para nada... ¿Cuántos años tienes? Te ves bien... Tienes una vibra que me hace querer decirte "papi"... ¿Eso te gustaría, Husky?

—Angel, déjalo en paz — Vaggie lo miró con los ojos entrecerrados, provocando una risa en el albino que solo se encogió de hombros.

— ¿Estás seguro de que es la dirección correcta? — preguntó Charlotte —. Esto es...

—Lo comprobé por mí mismo. Es el único Adam en la zona. El apellido coincide — respondió Husk. No podía decir nada más. Era más listo que desobedecer una orden de Alastor, por más sospechoso que fuera el propósito. Aún así, nada le impedía... —. Si decides ir a verlo, eh... Puedes llamarme. Por seguridad. Es una zona diferente a esta y no creo que le hayas contado a tu padre de tu investigación privada como para que te asigne protección más profesional.

—Gracias, Husk — Charlotte le sonrió un poco y luego suspiró. Guardó el papel dentro de su bolsillo —. Tal vez lo haga pronto — su teléfono vibró sobre la mesa y la pantalla se iluminó con la foto de contacto de su padre: una que el mismo Lucifer había tomado cuando descubrió el concepto de "selfie" y los filtros que se les podía poner a las fotos —. Ahora tengo que irme.

—¿Hablarás con él? — preguntó Vaggie. Charlie apretó los labios en una mueca que servía como respuesta ante la pregunta.

Era ese día. Sería imposible sacarle una oración completa a su padre si tenía suerte y no pensaba presionar con el tema de Adam. No sería justo y además ella no sabía todavía cómo abordarlo del todo.

𝗕𝗹𝗼𝗼𝗱𝗹𝗶𝗻𝗲 𝗦𝗲𝗰𝗿𝗲𝘁𝘀 • 𝗥𝗮𝗱𝗶𝗼𝗔𝗽𝗽𝗹𝗲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora