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Charlie no recordaba que hubiera tantas cosas cuando había ido a visitar a Adam la primera vez.
De hecho, su casa se veía algo simple, sin mucha decoración más allá de algunos posters enmarcados y un mueble con discos acomodados en orden alfabético. No podía entender cómo ahora el vestíbulo de su hogar estaba lleno de cajas que se apilaban unas sobre otras.

La mudanza había empezado un día después del anuncio del compromiso y, aunque ella había temido que su padre pudiera sufrir un ataque de ansiedad con todo el escándalo y el desorden que se estaba haciendo en casa, le sorprendió verlo bastante tranquilo, simplemente indicando dónde debían poner las cosas de su futuro esposo.

—Entonces… — empezó a decir ella. Lucifer estaba bebiendo té mientras revisaba su correspondencia. Charlie no había podido probar bocado alguno de su desayuno. Estaba muy ansiosa —. ¿Vamos a hablar? — preguntó. Con todo el ajetreo, realmente no había podido encontrar tiempo a solas con su padre.

— ¿Hm? — él la miró por encima de la montura de sus lentes —. Oh. Es verdad… — dijo con un suspiro. Dejó sobre la mesa los papeles que leía y le sonrió a su hija un poco pero Charlie no sintió el gesto como uno muy genuino o propio de Lucifer. De nuevo la invadió esa sensación incómoda de estar en presencia de un desconocido.

— ¿Realmente va a vivir aquí? — preguntó en voz baja —. Yo… Bueno… Todo esto se siente algo apresurado.

Lucifer suspiró, retirándose los lentes.

—Tu abuelo quiere retirarse ya — explicó —. No puede hacerlo sino hasta que la boda esté hecha y Adam sea parte de la familia, no le gusta ir contra sus propias reglas — continuó sin mucho entusiasmo —. Por eso todo se siente… tan rápido.

— Papá, yo creo… — Charlie estiró una mano para tomar la de Lucifer, sobre la mesa —. Puedes negarte. Lamento mucho haber sido yo quien desenterró esto, no pensé que mis acciones… — Lucifer negó con la cabeza y tomó entre sus manos la de su hija aunque después se levantó para poder tomar sus mejillas.

—Nada de esto es culpa tuya, Char-Charl — le dijo, mirándola a los ojos — ¿Entiendes? El asunto con Adam… Sólo quiero que sepas que tomé muchas decisiones equivocadas en mi vida. Mi juventud estuvo llena de errores, cariño y ninguno de ellos tiene que ver contigo — le sonrió antes de besar su frente —. No te preocupes por nada de esto, manzanita. Te prometo que todo va a estar bien, ¿puedo pedirte que confíes en mí?

Charlie hizo un pequeño puchero. No se sentía del todo tranquila pero ya había hecho demasiado al agitar las aguas del pasado de Lucifer y no quería causarle más molestias. Además… Estaba todo el asunto de Angel que la tenía mortificada.
Simplemente asintió y suspiró al sentir el abrazo de Lucifer.

—Tengo que irme — murmuró —. Vaggie pasará por mí. Vamos a ir a visitar a Angel en el hospital — se separó de su padre para sonreírle un poco —. Volveré temprano, ¿sí?

—Tómate todo el tiempo que necesites… Recibir visitas amistosas siempre ayuda y teniéndote ahí seguro tu amiguito va a sentirse mejor en poco tiempo — Lucifer apretó las mejillas de Charlie un poco —. Dale mis saludos a Maggie.

Charlotte se levantó de la silla, le dio un beso en la mejilla a Lucifer y salió del comedor, esquivando cajas y empleados por los pasillos hasta llegar a la puerta principal, donde se topó cara a cara con Alastor.

— ¿Escapando del caos? — preguntó él, mirando alrededor. Tuvo que hacerse a un lado para dejar pasar a un par de trabajadores al interior de la casa.

—Uhm… no intencionalmente — Charlie arrugó la nariz —. Voy a pasarme al hospital para ver a Angel. Saber cómo está — le sonrió a Alastor —. Yo… sé que lo dije mucho ya pero realmente te agradezco que hayas conseguido atención médica para él y…

𝗕𝗹𝗼𝗼𝗱𝗹𝗶𝗻𝗲 𝗦𝗲𝗰𝗿𝗲𝘁𝘀 • 𝗥𝗮𝗱𝗶𝗼𝗔𝗽𝗽𝗹𝗲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora