Los hospitales siempre le habían parecido lugares detestables.
No sabía si eran las luces blancas y mortecinas, el olor a antisépticos y tristeza o el simple hecho de que se sentía como si, al entrar, le hubieran puesto un peso invisible en los hombros. También tenía que ver, por supuesto, con los recuerdos terribles que le traía estar en uno.
Sacudió la cabeza antes de que las memorias terminaran de tomar forma y casi sintió alivio cuando el dolor en su hombro punzó al hacer acto de presencia.
— ¿Husk? — volteó al escuchar su nombre y notó que Charlie parecía sorprendida y confundida de verlo ahí — ¿Todavía estás aquí...?
— Alguien tenía que quedarse — respondió, omitiendo la parte en la que le habían dicho que no era obligatorio hacerlo. De todos modos, nada habría podido hacerlo dejar a Angel solo.
—Oh. Entiendo... — la vio dudar un poco y todos sus músculos se tensaron cuando la muchacha lo apretó en un abrazo cuidadoso —. Muchas gracias. De verdad... Yo... no sé cómo agradecerte.
—No es nada — murmuró, sin saber qué hacer con esa muestra de afecto. Agradeció que Vaggie llamó la atención de Charlie y ella lo soltó.
—Podemos pasar a verlo. Ya pasó lo más difícil — Vaggie miró de reojo a Husk y solo lo saludó con un movimiento de cabeza —. ¿Entramos?
—Sí, solo... — Charlie de nuevo volteó a ver a Husk —. No quisiera hacer pasar a Angel por un mal momento pero... solo quiero saber... ¿qué pasó? No tienes que contarme a detalle, simplemente necesito... Para no decir...
—Consumió demasiado. Estaba al borde de una sobredosis cuando entré al departamento. Su... ex novio... ya no estaba, pero debió hacerle algo que es mejor no traer a la mesa — explicó Husk. Charlie suspiró de alivio pero Vaggie alzó una ceja. Parecía que estaba oliéndose la mentira pero, si lo descubrió, no dijo nada. Simplemente se llevó a Charlie al tomarla de la mano y él volvió a sentarse en las bancas incómodas del pasillo con un suspiro de pesadez.
Pasaron unos veinte minutos antes de que su celular empezara a sonar y ni siquiera tuvo que revisar la pantalla para saber de quién se trataba cuando contestó.
— Husker, mi estimado... ¿estás ocupado? — Alastor sonaba particularmente animado y eso le produjo un escalofrío de incomodidad.
—No — dijo secamente —. Estoy en el hospital.
— ¿Todavía? — Alastor sonaba impresionado aunque Husker casi podía oír su sonrisa burlona —. Mírate. Cada día más cerca del camino del bien. Me siento orgulloso de ti.
— ¿Qué quieres?
— Cuida tu tono, Husker... Solo te informo que ya se están encargando de tu escenita en la casa del tipo — hubo un silencio corto antes de seguir —. Fuiste descuidado.
— No podía ponerme a pensar detenidamente cuando el bastardo me disparó a mí. Fue una mierda sacarme la bala por mi cuenta — murmuró Husker —. Lo hice en defensa propia.
—Un disparo es defensa propia — interrumpió Alastor —. Dos son por seguridad y tres... Tres son resentimiento... Dime, ¿qué pudo haber hecho ese pobre diablo para hacerte enojar así? No conocía ese lado reactivo ni cuando te molían a golpes en los bares.
Husk tensó la mandíbula y se quedó callado. No iba a decirlo. No iba a darle explicaciones a un tipo como Alastor. Lo que había visto era algo que le hubiera hecho hervir la sangre a cualquiera.
— ¿Puedo saber qué necesitas? — volvió a preguntar, intentando suavizar su tono sin mucho éxito. Alastor se rió por lo bajo.
— Tiene que haber una lección en todo esto. Sabes bien que no puedes hacer tonterías cuando juegas a ser el héroe. No te sale bien — explicó —. Así que, mientras mi gente limpia el área, tú te vas a deshacer de tu tontería, ¿sí? — Husker hizo una mueca de asco evidente e intentó replicar —. Por favor. Ahórrame el tiempo. ¿Qué es una mancha más en tu expediente? A estas alturas deshacerte de un cadáver no debería ser lo más descabellado que has hecho... Aunque seguramente debe haber por ahí una lista que debes estar completando. Un bingo... deshacerte de un cuerpo, negligencia... Destrozar familias, asesinar personas...

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𝗕𝗹𝗼𝗼𝗱𝗹𝗶𝗻𝗲 𝗦𝗲𝗰𝗿𝗲𝘁𝘀 • 𝗥𝗮𝗱𝗶𝗼𝗔𝗽𝗽𝗹𝗲
ФанфікиNo había sido culpa suya. Charlotte Morningstar no era ninguna chismosa, para nada. Ella respetaba la privacidad... Pero siempre había sido muy curiosa, a pesar del dicho popular, y le gustaba siempre un buen misterio. Y su padre estaba lleno de ell...