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—Qué tramposo eres — Angel dejó sus cartas sobre la mesa y negó con frustración —. No es posible que me ganes en todo. ¿Hay algo en lo que seas malo?

—Estar sobrio — respondió Husk con sinceridad, recogiendo las cartas para volver a barajarlas con habilidad. El cartón ya estaba suavizado por los años de uso y muchas ya estaban arrugadas y dobladas. Angel se quedó callado y Husk le sonrió a medias —. Pero tienes razón en algo... Soy bastante tramposo — volvió a repartir y Angel lo miraba con el ceño fruncido, abrazando sus rodillas —. Odia al juego, no al jugador. Y nunca juegues con una baraja que no es tuya. Yo conozco esta. La tengo memorizada. Sabía qué cartas tenías por las arrugas y los cortes...

— Entonces no tiene caso seguir jugando contigo — masculló el omega, aunque tomó sus cartas y las miró. Suspiró, curvando las cejas —. Estoy aburrido.

—No puedo ofrecerte nada más... Tu amiga me dijo que esperaras su llamada para saber cuándo vendría por ti — Husk se encogió de hombros, mirando su juego y acomodando las cartas que tenía en su mano.

—Eso debió haber sucedido ayer — masculló Angel —. Probablemente Charlie no quiere lidiar conmigo y ahora me quedaré en este departamento apestoso para siempre... Sin ofender — volteó sobre su hombro. La tele estaba encendida en un canal de documentales. La toma principal era de una playa muy bonita con arena sorprendentemente rosa. Jamás había ido a la playa, a pesar de las incontables promesas que Valentino le había hecho.

— Supongo que tiene sus propios problemas como para echarse encima los tuyos también — murmuró el alfa. Viendo el perfil de Angel se daba cuenta de la gravedad de la golpiza que le habían dado. Husk había hecho una lista mental.

Un ojo morado con la esclerótica inyectada en sangre.

El labio inferior partido.

Marcas de dedos en el cuello y las clavículas.

Un moretón que correspondía a un zapato en la pierna y laceraciones en las muñecas y tobillos.

Sin mencionar las marcas y cicatrices que había alcanzado a ver mientras curaba a Angel la tarde anterior. Ahora había mejorado solo un poco pero aún los golpes eran escandalosos y cualquiera se preguntaría lo que había pasado.

—Entonces tú eres el mártir que se está haciendo cargo de mi — Angel volteó a verlo con una expresión seria aunque después le sonrió con picardía —. Mi héroe. Mi salvador... ¿Cómo podré pagarte? — dijo con un tono exagerado. Se hincó en el suelo, dejando las cartas de lado y se inclinó sobre la mesa de centro. El cuello de su playera resbaló sobre su hombro y estiró una mano hasta ponerla en la mejilla de Husk —. Tal vez podamos pasar el tiempo de mejor manera, gatito... ¿Qué dices...?

—Bájate de mi mesa — murmuró Husk. Apartó la mano de Angel, frunciendo el ceño —. Te dije que no me gustan esas cosas de actor de cuarta que haces — añadió, negando con la cabeza —. No te pongas en ridículo.

Angel se ofendió por esas palabras y se notaba en su rostro. Se alejó y se levantó, yéndose directo al cuarto una vez más, no sin antes hacer la maldad y apagar el televisor y hasta desconectarlo para demostrar su molestia y así encerrarse en paz.

Husker solo suspiró con pesadez, recogiendo las cartas que se habían caído y también las que Angel había dejado en el suelo.

Se puso de pie para conectar la tele de nuevo y poner el canal de películas que le gustaba, subiendo un poco el volumen. Era momento de preparar la comida y esperaba que Charlie lo llamara más pronto que tarde.

***

—Si me odias, la próxima vez tira mi cuerpo en la zanja del basurero, Charlie — Angel se tiró en la cama de su amiga con un suspiro y de inmediato KeeKee se subió a su abdomen para amasarlo. Ella se rió mientras extendía el colchón inflable en el suelo.

𝗕𝗹𝗼𝗼𝗱𝗹𝗶𝗻𝗲 𝗦𝗲𝗰𝗿𝗲𝘁𝘀 • 𝗥𝗮𝗱𝗶𝗼𝗔𝗽𝗽𝗹𝗲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora