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Charlotte Morningstar tenía tres etapas de embriaguez.

La primera, y más común, era después de un par de cervezas que potenciaban un grado más su personalidad extrovertida.

El volumen de su voz aumentaba, los chistes tontos le hacían más gracia y encontraba la manera de moverse al ritmo de cualquier canción que pusieran, sin importar si la conocía o no. Usualmente Vaggie le ofrecía vasos con agua o refrescos solos para regresarla a la sobriedad pero en esa ocasión, Angel era el encargado de la fiesta. Y Angel pidió una doble ronda de shots para la mesa.

La segunda etapa tenía por nombre "Borra-Char", que era cuando las palabras perdían fluidez, sentido y cadencia.

Charlie pensaba que podía bailar cualquier cosa a pesar de que empezaba a tambalearse y a chocar con las personas que estuvieran demasiado cerca.

Sus pensamientos no pasaban ya por el filtro del raciocinio y solo empezaba a tener una verborrea en la que podía compartir su vida íntima con quien se le pusiera enfrente. Usualmente no era algo peligroso como tal. Charlie no tenía secretos, al menos nada más terrible que confesar haberse orinado en la cama siendo adolescente o no devolverle a su padre el cambio después de hacer alguna compra...

Pero para destapar la cañería, Angel sabía que tenía que recurrir al extraño avistamiento de la tercera etapa de la embriaguez: Charlie Abisal.

Vaggie había intentado detenerlo pero él estaba determinado a purgar el estrés de Charlie de una vez por todas. La culpa podía llegar a ser mortal y... Bueno, saciar su curiosidad tampoco estaba de más.

Para poder llegar a la Charlie Abisal primero había que soportar la pausa vomitiva... que era el momento en el que normalmente Charlie decidía parar y pedía que la llevaran a casa. Pero esta vez era Angel quien la había llevado al baño y sostenía su cabello, aguantando las arcadas mientras ella vaciaba el estómago de forma casi violenta mientras intentaba hablarle de alguna ridícula historia en preescolar en la que se había robado las crayolas de otro niño porque le parecían más bonitas que las suyas.

—Ya, ya — le dijo Angel en voz baja —. Al otro día se las devolviste y le hiciste una carta de disculpas — suspiró —. Tú misma nos contaste. No podías dormir.

—S-sí pero... pero... — otra arcada violenta la interrumpió. Angel hizo una mueca de asco y trataba de no respirar por la nariz —. Soy una mala persona.

—No eres una mala persona, Char — Angel alzó una ceja —. Siempre piensas en los demás... No creo que haya una fibra de ti que sea mala.

Charlie finalmente tiró de la cadena y se quedó abrazando la taza un poco. Sorbió por la nariz. Angel tomó algo de papel higiénico para limpiarle la boca y otro poco más para limpiar de su cara los restos de lágrimas, saliva y mocos.

—Pero...

—Ya, ya. Vamos a enjuagarte la boca y volvamos a la mesa. ¿Qué tal te sientes? ¿Lista para seguir? — podía presentir que Charlie Abisal estaba a nada de salir del abismo profundo en ella. Quizá con un shot más y haciendo las preguntas correctas podría sacarla a la superficie.

La ayudó a levantarse para llevarla al lavamanos y así empezar a enjuagarla.

Algo de estar ayudando a una persona ebria a recuperarse para seguir con la fiesta lo hacía pensar inevitablemente en Valentino y en las incontables veces que lo había tenido que sacar del sopor de los excesos. A veces era algo simple como ponerle un trapo húmedo en la frente y la más violenta fue cuando literalmente había tenido que practicarle RCP durante una sobredosis.

Sacudió la cabeza para deshacerse del recuerdo y prefirió arreglar un poco el peinado de Charlie hasta que ella le mostró un pulgar aprobatorio para salir de regreso a su mesa.

𝗕𝗹𝗼𝗼𝗱𝗹𝗶𝗻𝗲 𝗦𝗲𝗰𝗿𝗲𝘁𝘀 • 𝗥𝗮𝗱𝗶𝗼𝗔𝗽𝗽𝗹𝗲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora