4 Recuerdos y traiciones❤️🔥

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No había muchas personas en el mundo que lograran poner nervioso a Jorge Becerra. Un hombre de sesenta años que había vivido todas las experiencias que un mortal puede contar. Drogadicción, secuestro, alcoholismo, abandono, muertes, y, aun así, parecía que ni siquiera el sol lo calentaba. La madre de Felipe solía llamarlo «trozo de hielo». Era bastante gracioso que perteneciera a una tierra de sol, samba, y calidez. Jorge hacía palidecer a los rusos en sus actitudes. Nada lo conmovía, y manejaba con mano de hierro cada una de las empresas que había heredado de su esposa fallecida.

—Tu hija ha crecido.

Jorge levantó la vista del contrato que estaba leyendo hacia su socio.

—Sí, es parecida a su madre.

—No lo discuto, era una belleza.

Los ojos de Jorge volvieron al papel, lo apretó con fuerza. Ruhr tenía la capacidad de sacarlo de las casillas, era el único ser humano que lograba que el hielo se derritiera. Estrechó los ojos con uno de los puntos.

—¿Pretendes que te otorgue el setenta por ciento de las acciones de Xinaris? ¿Qué carajo te pasa? ¿No te basta con el dinero que te doy? ¿Quieres que te ceda el control de la empresa más importante con la que cuento?

—Te ayudé a consolidarte. Me parece lo justo.—Ruhr se cruzó de brazos, y sonrió. Jorge tensó la mandíbula.

—Te doy millones de dólares todos los meses. No voy a ceder a esto.

—¿Seguro?—Ruhr enarcó una ceja con suspicacia—¿De verdad quieres poner a prueba mi paciencia amigo?

—No soy tu amigo—replicó—. Somos socios, y considero que te llevas una buena tajada para todavía querer apropiarte de la empresa que es mi orgullo. He cedido a todas tus pretensiones sin excepción, pero esta vez, has pasado el límite.

—Jorge, me decepcionas.—Ruhr lo miró con pesar—¿Te das cuenta de que te tengo en mis manos? ¿Una palabra mía y terminas en la cárcel?

—Si caigo yo, tú también lo harás. Ambos tenemos secretos, no lo olvides—advirtió Jorge con el dedo índice apuntando hacia su socio.

—No estés tan seguro—agregó con tranquilidad—. Conozco a cada juez de este país, tú solo eres un extranjero advenedizo que se quedó con la fortuna de su esposa muerta. Un dudoso accidente, por cierto.

—No le temo a tus amenazas, Ruhr—replicó con su voz al borde del hartazgo—. Haz lo que quieras.

Ruhr comenzó a reír. Una risa escalofriante que pondría los pelos de punta a cualquiera que lo escuchara. Se puso de pie y acarició el escritorio de vidrio oscuro.

—Es que no son amenazas, Jorge. Son simples advertencias. Sabes que soy un hombre de hechos.

—Vete de mi casa ahora.—Escupió el empresario—. No quiero volver a verte por aquí, de lo contrario conocerás a mis guardaespaldas.

—Cuidado, «amigo».—Ruhr puso énfasis en la palabra—. Puede que tú termines conociendo a mi gente, y créeme, a tus hijos no les agradaría mucho. Han estado recibiendo amenazas, estimo que no deseas que pasen a mayores.

Jorge se mantuvo estoico. Sus manos estaban sobre el escritorio, las hizo puños. Controló a su lengua que quería decir cientos de maldiciones contra ese tipo.

—Sal ahora—ordenó—. No lo voy a repetir.

Ruhr le dio un guiño de ojo, y se arregló el saco gris cobalto.

—Nos vemos, Jorge—dijo con amabilidad—. Salúdame a tu hermosa hija.

Ruhr caminó hacia la puerta, la abrió y salió de la oficina. Jorge respiró una vez que se encontró solo en su enorme despacho. De inmediato, presionó su intercomunicador y llamó a su jefe de seguridad.

Breakpoint - Bilogía Matchpoint libro 1 (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora