Milán, Italia. Tres meses después.
Si alguna vez alguien le hubiera dicho a Felipe «flacuchento» Becerra qué posaría junto a dos modelos de élite para una campaña publicitaria se habría carcajeado hasta mearse en los pantalones.
Pues, estaba ocurriendo.
—Felipe, ubícate más adelante. A ustedes chicos, los quiero uno a cada lado.
«Claire» era una de las marcas de cuidado de la piel más prestigiosas del mundo. Carlos consiguió que tanto Felipe como Ander fueran embajadores de la marca. Carlos estaba cruzado de brazos a varios metros y sonreía con orgullo. Felipe, a veces, lo sentía como si fuera un padre. Ese padre tierno y protector que nunca tuvo.
Los flashes lo sacaron de la ensoñación. Felipe sonrió con seducción mostrando la belleza de sus rasgos latinos y europeos. La mezcla prodigiosa de la selva y lo salvaje junto a la frialdad y la pulcritud rusa.
—Maquillaje y cabello. Quiero que retoquen, y un poco más de iluminador debajo de los ojos.
El fotógrafo era una especie de Mussolini de la moda. Manejaba todo el mundo con puño de hierro. El personal se movió deprisa. Felipe estuvo a punto de ahogarse con tanto aerosol para el cabello. Los dos modelos hablaban entre ellos e ignoraban a Felipe. Estaba claro que no formaba parte de ese mundo.
¿Por qué toda la gente hermosa era imbécil?
Felipe tenía algunas excepciones a la regla, pero se dio cuenta de que eran pocas, y con seguridad, estos dos idiotas componían la generalidad.
Los ayudantes colocaron un sofá de color gris. El fotógrafo le hizo seña a uno de los modelos para que se ubicara en él. El idiota número uno abrió un poco su camisa color naranja y escuchó las instrucciones del fotógrafo.
—Piensa en el dinero.
Felipe se giró hacia dónde venía esa voz conocida y sonrió.
—¡Por Dios hombre! Has llegado muy tarde—reprochó Felipe—. Francisco te desollará vivo.
—Ni tanto—expresó con tranquilidad—.Eso les pasa solo a los mortales.
Felipe entornó los ojos, a veces, Ander se pasaba de presumido. Carlos negó, también estaba molesto con él.
—Ander, ¿te parecen horas de llegar? —Francisco le señaló el reloj—. Nos has retrasado a todos.
—Creí que eras el mejor, Francisco—aludió con tranquilidad Ander—. Si no puedes resolver algo tan nimio, entonces, esta marca se equivocó al elegirte su fotógrafo.
Felipe controló la risa. Carlos entornó los ojos y salió del estudio. Era demasiado. Los otros dos modelos fruncieron los labios para no reír. Francisco quedó perplejo.
—Bueno, ya no perdamos más tiempo—expresó sin amedrentarse Ander—. Dime, ¿dónde me pongo?
—Matilda—Francisco llamó a la maquilladora—, prepara a Ander para la sesión.
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Breakpoint - Bilogía Matchpoint libro 1 (+18)
Romance¿Qué estás dispuesto a hacer para mantenerte en el juego? Todos tenemos una adicción, todos necesitamos un aliciente que nos impida volarnos la cabeza con un arma después de perder a todos los seres que amamos. La adicción de Eric Morgan es el sexo...