Felipe dio una risita. Los besos lo despertaron un par de horas después. Eric olía a jabón, estaba húmedo, lo que significaba que se había dado una ducha. La lengua ansiosa se paseó por el cuello del tenista, y éste suspiró de placer.
—Sigo cansado. —Felipe reía porque Eric no tenía intenciones de parar.
—¿Mucho? —preguntó el inglés.
—No tanto.
—Así me gusta. —Eric salió de la cama. Felipe se sentó en el mullido colchón. Eric fue hacia la sala, y desde allí regresó con una pequeña bolsa de color negro con un lazo dorado—. Te he comprado algo, ¿quieres verlo ahora?—esbozó con picardía.
—Sí —Felipe estaba somnoliento, pero no menos entusiasmado. Felipe la abrió, y se mordió el labio inferior. Había un par de esposas, un lubricante sabor cereza, y un antifaz de raso rojo.
—¿Te gusta? —preguntó Eric que ahora regresaba a la cama, y con la punta de sus dedos recorría sus clavículas, y descendía a los pezones. Felipe negó con picardía.
—¿Quieres que lo estrenemos ahora?
—Es la bienvenida que soñaba, así que, no voy a negarme.
Felipe tiró de las molestas sábanas a un costado. Eric se incorporó sentándose en la cama. El tenista le entregó la bolsa de nuevo a Eric.
—Hazlo—musitó con el calor que latía bajo su piel—, haz conmigo lo que deseas.
Eric lanzó la bolsa sobre el colchón, asió del rostro a su hermoso amante y lo besó. En ese instante se olvidó de lo vivido, de todo lo malo que le ocurrió para llegar ahí. Felipe valía todas las penas, y mucho más.
Los dedos se abrieron como tijeras en el interior cálido. Felipe se retorcía y tironeaba de las esposas que lo sostenían a esa cama. El antifaz anulaba su sentido de la vista, pero intensificaba todos los demás. Eric jugaba con su cuerpo, con su desesperación, su lengua iba y venía mientras las estocadas con esos dedos talentosos no cedían.
—Cosita.
Felipe gimió cuando Eric susurró esa palabra en su oído. El guardaespaldas salpicó besos húmedos por su cuello, y su mentón, para luego incursionar sobre su pecho. El aroma a cereza del lubricante impregnaba las sábanas y sus cuerpos.
Los labios de Eric quemaban la piel, Felipe ardía. Cada exhalación profunda lo corroboraba. Jadeó cuando su miembro fue absorbido por la boca de ese hombre experimentado, el cual gozaba a pleno. La lengua de Eric subía y bajaba por la extensión de carne húmeda por la mezcla de esencia y saliva. Felipe cerró las piernas con el fin de mantener a su amante allí, que continuara dándole placer, después de dos días de dolor.
La lengua dio círculos sobre el glande, Eric mordió despacio, y Felipe chilló. Tiró de sus muñecas en vano. Necesitaba tocar a su hombre.
Eric montó su pecho, Felipe se preparó. El miembro duro y húmedo de su amante cepillaba sus labios. Felipe abrió su boca para que la carne profanara cada espacio. Ahuecó sus mejillas, y Eric estuvo a punto de correrse solo con la primera succión.
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Breakpoint - Bilogía Matchpoint libro 1 (+18)
Romance¿Qué estás dispuesto a hacer para mantenerte en el juego? Todos tenemos una adicción, todos necesitamos un aliciente que nos impida volarnos la cabeza con un arma después de perder a todos los seres que amamos. La adicción de Eric Morgan es el sexo...