—Recuerdo una vez que estuve así de sudado. Fue en Australia.
—¿La estabas pasando tan bien como ahora? —musitó Eric y le chupó el lóbulo de la oreja.
Felipe tenía las piernas enredadas a su cintura. Con seguridad, le costaría levantarse al día siguiente. Era una sensación tan romántica y erótica. Una mezcla indescriptible que los llamaba a continuar adherido al otro, incluso cuando estaban extenuados.
Eric se colocó de costado en la cama. La pierna de Felipe continuaba enganchada a su cadera. Se deslizó fuera del cuerpo tibio y lánguido de su amante. Felipe lo retuvo del cuello y una vez más sus labios se unieron. Jugaron con sus lenguas como si la noche apenas comenzara, como si las brutales tres horas solo hubieran sido un precalentamiento.
—Me encanta tu cuerpo. —Las manos serpentearon por el torso tonificado—. No estás nada mal para ser un viejo.
—Tengo treinta y cuatro años—afirmó Eric—. No me considero viejo.
—Lo eres. —Felipe se burló—. Eres un viejito que sabe muchos trucos en la cama.
—Creo que te he dejado bastante satisfecho a pesar de mis años, ¿no te parece?
—Es una broma. —Felipe le chupó el mentón—. Eres el hombre más increíble que he visto en mi vida. —Las uñas romas de Eric trazaron líneas en la cadera sudada. Felipe observó los cardenales violáceos que había en ella—. Eres una bestia.
—Gracias.
—No lo dije como un cumplido. —Felipe le golpeó el pecho. Eric lo atrajo hacia él
—¿Qué? No te vi muy molesto en el jacuzzi hace media hora atrás. O tal vez, necesitas un muchachito como tú, suave y tierno.
—Nada de suavidad y ternura—aclaró Felipe—. Me gusta duro y salvaje.
Eric, esta vez, le dio un beso en la frente y peinó sus rizos húmedos. Las penumbras creaban una atmósfera silenciosa y romántica. Eric se abrazó al hombre dulce y entregado que había disfrutado hasta el cansancio. Cerró los ojos y respiró el perfume de Felipe. La colonia dulce que yacía en su piel incluso después de todo el sudor.
Eric tenía tantas palabras e imágenes en su cabeza.
—¿Qué sucede?
Hermosos ojos miel verdosos lo observaban, manos suaves lo acariciaban con ahínco. La boca de Felipe se arrastraba en su cuerpo dorado. Eric tomó una bocanada de aire, un escalofrío lo sacudió.
—Los detalles de lo que voy a contarte no los sabe nadie, excepto mis hermanos. Son los recuerdos que me persiguen a mí y a los que quedan vivos.
Felipe frunció el ceño, sintió el cuerpo trémulo abrazado al suyo. El amante sagaz y perfecto que ahora se tornaba un muchacho débil y necesitado.
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Breakpoint - Bilogía Matchpoint libro 1 (+18)
Romance¿Qué estás dispuesto a hacer para mantenerte en el juego? Todos tenemos una adicción, todos necesitamos un aliciente que nos impida volarnos la cabeza con un arma después de perder a todos los seres que amamos. La adicción de Eric Morgan es el sexo...