Londres, Inglaterra. Semifinales Abierto de Londres.
Diez días después.
Felipe saltó cuando la última pelota de juego le dio la ventaja y se convirtió en el ganador del partido que lo llevaría a la final del Abierto de Londres. Se enfrentaría con Emmanuel Urich, el imbécil amante de su querido amigo Ander. Su amigo, ese que acababa de sacar de un torneo, por segunda vez consecutiva.
«Emmanuel Urich».
Lo menos que Felipe deseaba en este momento era enfrentarse con él, no después del último partido en donde Emmanuel fue claramente favorecido por el juez.
El adversario había reclamado, despotricado, pero todo quedó en la nada.
«Hay personas que no aprenden a perder con dignidad».
Maldito bastardo. Felipe bufó de solo recordar lo que había dicho acerca de las protestas del adversario. El partido no le correspondía, pero ahora le quedaba a Felipe la responsabilidad de hacer justicia en ese torneo.
—Eres el mejor, hermanito.
—Deja de decir eso. —Felipe intentó callar a su hermana en el teléfono.
—¿Por qué? Ante mis ojos siempre lo serás—esgrimió Raisha con felicidad. Felipe pensó en su hermana, en todo lo que le esperaba a su regreso. En las duras pruebas que todavía estaban pendientes—. Vive el momento.
—Ojalá fuera tan sencillo—replicó ya que se encontraba en medio de una terrible disyuntiva.
Sus manos temblaron mientras bebía una copa de agua mineral. Había ganado un partido decisivo, y esa noche recibiría algo más satisfactorio también. Todo aquello que su cuerpo anheló estaba a punto de suceder. Felipe pensó en ese desconocido que solo dejaba frases esporádicas en su celular, frases que no deberían significar nada, pero que Felipe ansiaba cada noche antes de cobijarse en su cama, tocarse con ansia desmedida, y después dormir como un ángel.
«Dos semanas».
Eso es lo que llevaba esperando tocar esa piel dorada y repasar con su lengua cada espacio de Eric.
—Felipe, has esperado quince días. Dile que no esta noche ¡No seas puta! ¡Tienes una final que ganar! ¡Me venciste a mí ahora debes ganarle a él!».
Era la primera vez que Ander ponía las alarmas cuando se trataba de Eric, y este juego que él y Felipe habían iniciado.
—Es tu culpa, ahora no puedo resistirme. —Felipe de verdad lo intentó, pero cuando ese mensaje llegó toda su voluntad se resquebrajó.
—Vas a dejar que el culo piense por ti.
—¿El tuyo no lo hace acaso?
Ander se sumió en silencio ante ese interrogante. A lo mejor, había sido un golpe bajo, pero la verdad es que Ander no tenía autoridad moral para reclamar o juzgar cuando se había follado a Emmanuel en los vestuarios durante la inauguración ¡Cualquiera podría haberlos descubierto!
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Breakpoint - Bilogía Matchpoint libro 1 (+18)
Romance¿Qué estás dispuesto a hacer para mantenerte en el juego? Todos tenemos una adicción, todos necesitamos un aliciente que nos impida volarnos la cabeza con un arma después de perder a todos los seres que amamos. La adicción de Eric Morgan es el sexo...