Londres, Inglaterra. Un mes después.
Los disparos se escuchan nítidos, subo las escaleras mientras el corazón tamborilea en mi pecho con la fuerza de un huracán. No hay escape, todos vamos a morir a manos del enemigo. La imagen de mis hermanos yaciendo en el piso, mis amigos, mi familia. Cada uno de ellos ha dejado este mundo. Un mundo en el que ya no quiero vivir.
—Apresúrate.
La voz agitada de mi hermano Anael, lo único que me queda de lo que era mi numerosa familia.
«Por amor o por miedo».
Miedo es lo único que queda en mi vida, y cuando recorro los pasillos de esta casa de ensueño en medio del Caribe lo entiendo. Nadie se mete con una manada de hienas si no quiere salir mordido.
—Aquí están.
Otra vez la voz de mi hermano, y esta vez un grito desgarrador. Mi madre, mi padre, mi hermano mayor Bryce en el piso. La sangre ha empapado la alfombra persa, esa que mis padres recibieron de regalo de bodas hace más de tres décadas atrás.
No queda nada.
Por amor, o por miedo.
Miedo, solo eso.
Eric Morgan despertó bañado en sudor, y se enfocó en el techo de la habitación de hotel en la que se había alojado dos horas atrás. El sonido de una respiración pausada a su lado lo hizo girar la cabeza en esa dirección. Ni siquiera recordaba su nombre, solo sabía que le pareció caliente, y que las imágenes coincidían con su belleza. Un veinteañero poco experimentado, de estatura baja y muy delgado.
«Te gustan las mujercitas, no lo niegues».
Anael siempre se burló de sus gustos. Su hermano era tan distinto a él en todo, incluidas las preferencias sexuales, a pesar de que en sus menús entraban los hombres. Eric se puso de pie, dispuesto a vestirse cuando el hombre a su lado estiró la mano y le tocó el musculoso brazo. Sus ojos verdes recorrieron el manjar que había comido dos veces.
—¿Ya te vas?—preguntó su amante decepcionado.
—Sí. He reservado por toda la noche, así que puedes quedarte e irte en la mañana si lo prefieres.
—Espera.—El muchacho se desplazó entre las sábanas e hizo una mueca de dolor —¿Cuándo te vuelvo a ver?
—Lo lamento—dijo con una sonrisa confundida Eric—. Creo que no has entendido que a mí no me gustan las relaciones. Te dije cuáles son mis reglas y las aceptaste.
—Ya lo sé. Solo pensaba que quizás podríamos volver a tener sexo en estos días.
—Amigo, te he follado tan duro que dudo que puedas sentarte en dos semanas. Además, tampoco me gusta repetir. Lo lamento.
El joven lo observó como si quisiera decirle muchas cosas. De verdad le había gustado, de verdad quería otra noche. Eric se puso de pie y buscó su ropa. Su amante no le quitaba la vista de encima.
—Eres un hombre increíble.
—Si lo fuera no te estaría rechazando como acabo de hacerlo sin importarme tus sentimientos—expresó Eric—. Aprende a diferenciar a un buen ser humano de una buena follada.
El muchacho se mantuvo en silencio, y bajó la mirada. Eric terminó de vestirse, y se colocó su chaqueta. Antes de salir de la habitación se volvió una vez más hacia su amante.
—Gracias por esta noche. Cuídate.
***
El frío golpeó la cara y el cuerpo de Eric cuando salió del hotel. Había dejado su camioneta a dos cuadras del lugar. Todo se debía a cuestiones de seguridad. Desconocía si sus enemigos lo vigilaban. Después de meses en la oscuridad, a veces, se olvidaba de que era solo una sombra y que sus adversarios, al menos la mayoría, pensaban que estaba muerto junto a sus dos hermanos.
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Breakpoint - Bilogía Matchpoint libro 1 (+18)
Storie d'amore¿Qué estás dispuesto a hacer para mantenerte en el juego? Todos tenemos una adicción, todos necesitamos un aliciente que nos impida volarnos la cabeza con un arma después de perder a todos los seres que amamos. La adicción de Eric Morgan es el sexo...