𝑽𝒆𝒊𝒏𝒕𝒊𝒔𝒊𝒆𝒕𝒆.

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Era temprano por la mañana y Violet se encontraba debajo de las cálidas cobijas, tratando de protegerse del frío. Sin embargo, a pesar de su intento por mantenerse abrigada, una corriente de aire frío lograba colarse entre las sábanas, haciéndola temblar.

Pero no era solo el frío lo que la afectaba en esa mañana. La situación con Mia y Walker la había dejado profundamente afectada. No quería admitirlo, pero esa mañana en particular, el peso de todo parecía más abrumador que nunca.

Violet se repetía una y otra vez que debía levantarse de la cama, pero otra parte de ella se sentía anclada, con el miedo de enfrentarse a Walker en la escuela. El solo pensamiento de verlos a él y a Mia juntos le provocaba una extraña sensación en la nariz, como si estuviera a punto de llorar. Sin embargo, Violet se convencía a sí misma de que solo era un resfriado en ciernes.

Anastasia, la madre de Violet, notó que su hija todavía no había salido de su habitación. Con dificultad, logró convencer a Charlie, su hijo mayor, de que se encargara de los panqueques con un simple "no va a bajar". Charlie, que era considerablemente más alto que su madre, aceptó a regañadientes.

Volviendo al tema, Anastasia se detuvo frente a la puerta de Violet y tocó dos veces.

—Mi amor, ¿no vas a ir a la escuela? —El sonido de Violet moviéndose bajo las sábanas fue su única respuesta. —¿Está todo bien?

No hubo respuesta por parte de Violet, lo que hizo que Anastasia girara el picaporte para confirmar si la puerta estaba abierta.

—Voy a entrar —dijo Anastasia mientras abría la puerta por completo. Se encontró con la escena de un bulto bajo las cobijas, donde Violet estaba envuelta. Solo se asomaban unos mechones de pelo por encima de la lana.

La preocupación se reflejó en el rostro de Anastasia mientras se acercaba con cuidado a la cama de su hija. Sabía que algo no estaba bien.

Anastasia se sentó en la cama junto a Violet y, con delicadeza, bajó lentamente la cobija que cubría a su hija, revelando su torso aún vestido con pijama. Ambas se miraron en silencio, y en esos breves segundos, Anastasia pudo captar destellos de dolor en los ojos de su hija, destellos que conocía muy bien.

—¿Es por un chico, verdad? —preguntó Anastasia, mientras sus miradas se encontraban.

Aquella simple pregunta rompió algo en el interior de Violet. No podía creer que algo tan pequeño pudiera convertirla en un mar de emociones. Las lágrimas comenzaron a brotar mientras se abalanzaba hacia su madre en busca de consuelo.

—Lo odio, mamá. No quiero sentirme así, no quiero sentir esto por él —sollozó Violet, su voz entrecortada mientras escuchaba los latidos del corazón de su madre mientras la abrazaba.

Anastasia la sostuvo con ternura, frotando suavemente la palma de su mano en la espalda de su hija. Sabía que no había palabras mágicas que pudieran aliviar por completo el dolor de Violet, pero estaba decidida a estar allí para ella.

El abrazo entre Anastasia y Violet se prolongó, como si el tiempo se detuviera por un momento. Las lágrimas de Violet se mezclaban con los susurros de consuelo de su madre, formando un vínculo irrompible de amor y apoyo.

Anastasia acariciaba suavemente el cabello de Violet, transmitiéndole todo su amor y comprensión a través de ese gesto simple pero significativo. Sabía que no podía eliminar el dolor que su hija sentía, pero estaba decidida a estar allí, ofreciéndole un hombro en el que apoyarse.

—Mi niña, sé lo difícil que es tener esos sentimientos encontrados. A veces, el amor puede ser complicado y doloroso. Pero recuerda que no hay nada de malo en lo que estás experimentando. Es normal sentirse confundida y herida en situaciones como esta.

𝙤𝙗𝙨𝙚𝙨𝙨𝙚𝙙 |𝘢 𝘞𝘢𝘭𝘬𝘦𝘳 𝘚𝘤𝘰𝘣𝘦𝘭𝘭 𝘍𝘢𝘯𝘧𝘪𝘤|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora