𝑻𝒓𝒆𝒊𝒏𝒕𝒂 𝒚 𝒕𝒓𝒆𝒔

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La fiesta de Halloween era un evento al que nadie quería faltar. Sería una reunión de adolescentes populares, donde el alcohol fluiría libremente y la música y las luces invadirían el lugar. En la casa más grande de todo el pueblo de Asfil, sin adultos presentes, los jóvenes se dejarían llevar sin control, influenciando a los más inocentes.

Violet había pasado toda la mañana buscando los zapatos negros que tanto tiempo había dejado sin usar. Buscaba, desayunaba, se duchaba y volvía a buscar. Finalmente, encontró el último par en lo más profundo de su armario y se los puso rápidamente. Dejó su cabello suelto, sujetándolo con dos broches. Se puso la túnica, la corbata de Gryffindor y una falda que apenas cubría sus muslos.

Con la varita en la mano, se miró en el espejo y quedó satisfecha con el resultado. No parecía desordenada ni mostraba demasiado. Alex sabía que le gustaba sin saberlo. Reflexionó sobre la invitación de Alex, sin estar segura de qué estaba haciendo o qué pasaba por su cabeza. Simplemente lo estaba haciendo y ya.

Tomó sus cosas y agarró su celular de la cama. Bajó a la cocina, donde Charlie estaba comiendo galletas y enviando mensajes con una sonrisa en el rostro.

Aunque la fiesta aún estaba a treinta minutos de comenzar y la casa no quedaba cerca, Charlie insistió en llegar más tarde. Según él, el alma de la fiesta no llegaba temprano. Violet lo escuchó como un acto de presunción, pero no podía negar que tal vez tenía razón.

Charlie tenía pintura negra en la cara, simulando una calavera, y llevaba ropa negra con una chaqueta de cuero que recordaba a Evan Peters.

—Cuando estemos en la fiesta, no bebas nada de los tazones, no permitas que nadie te ofrezca una bebida y mantén los ojos bien abiertos. Y si decides estar a solas con alguien, asegúrate de que no se sobrepase. Te lo juro, si te pierdo de vista por más de treinta segundos, le partiré la cara a quien sea que esté contigo —amenazó Charlie, sin apartar la mirada de su celular pero con una expresión seria en su rostro.

—¿Vas a verte con Leena en la fiesta? —preguntó Violet, con una sonrisa traviesa en su rostro mientras observaba la reacción de Charlie.

Charlie se sorprendió al escuchar la pregunta y su rostro reflejó cierta incomodidad.

—¿Quién te dijo eso? —preguntó Charlie, visiblemente alterado.

Violet se acercó al mostrador de la cocina, moviéndose con gracia mientras Charlie seguía cada uno de sus movimientos con la mirada. Tomó una manzana de la mesa y le dio un mordisco, saboreando el sabor dulce y jugoso.

—Lo supuse —respondió Violet, con una sonrisa pícara en los labios, disfrutando de la reacción de su hermano.

Charlie suspiró, resignado a la idea de que su hermana siempre parecía estar un paso adelante.

—Bueno, supongo que no puedo ocultarte nada. Sí, Leena y yo hemos estado saliendo últimamente. Pero no quiero que te metas, ¿de acuerdo? —dijo Charlie.

La expresión de Violet se volvió en blanco, incapaz de procesar la noticia. ¿Charlie estaba saliendo oficialmente con alguien? ¿Estaba realmente aceptando esa idea?

En el rostro de Charlie, una sonrisa maliciosa se formó lentamente. Había logrado dejar a Violet sin palabras, y a decir verdad, encontraba su expresión bastante graciosa.

Violet trató de recomponerse y le lanzó una mirada desafiante a su hermano.

—No te creas tan listo, Charlie. Aún tengo mis formas de sorprenderte —dijo Violet, tratando de ocultar su sorpresa y mantener su actitud desafiante. Y enrealidad no tenía nada con que impresionarlo.

𝙤𝙗𝙨𝙚𝙨𝙨𝙚𝙙 |𝘢 𝘞𝘢𝘭𝘬𝘦𝘳 𝘚𝘤𝘰𝘣𝘦𝘭𝘭 𝘍𝘢𝘯𝘧𝘪𝘤|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora