DESPACITO

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Madrid se llenaba de bullicio y magia durante el mes de Diciembre. Cada rincón de la ciudad se decoraba provocando en los visitantes y ciudadanos autóctonos un encanto irresistible. Las calles adoquinadas del Barrio de las Letras cobraban vida con destellos de luces brillantes. Cientos de mercadillos navideños llenaban el aire con aromas tentadores de castañas asadas y churros calientes. La Gran Vía se convertía en un deslumbrante espectáculo de luces y colores. Mientras los madrileños huían del centro de la ciudad, los visitantes se reunían en la Puerta del Sol y en la Plaza Mayor cada año como parte de un ritual. En este escenario mágico, Cloe y Leo volverían a encontrarse tras varias semanas de llamadas clandestinas y momentos de pasión virtual.

Por fin había llegado el día 16. Cloe salió temprano por la mañana para reunirse con su familia por el cumpleaños de su madre. Había quedado con Leo por la tarde.

Aparcó el coche en los alrededores de la vivienda familiar y caminó junto a los niños  hacia el restaurante. Hacía mucho frío y su aliento era visible en el aire frío de Diciembre. A medida que recorría el camino hacia el local, no pudo evitar evocar los recuerdos de su infancia. Recordaba cómo su abuelo la llevaba de la mano a la Plaza Mayor, donde se perdían entre los puestos del mercadillo y compraban cada año una figurita nueva para el Belén. Juntos admiraban el gran árbol de Navidad que brillaba poblado de luces en el centro de la plaza. Después compartían una merienda especial con churros y chocolate caliente en la Chocolatería San Ginés, mientras la complicidad de ambos era palpable. Cloe sabía que siempre había sido la nieta favorita del abuelo. Pero sin duda el recuerdo más querido de Cloe era el de la tarde que su abuelo la llevaba a ver el espectáculo de Cortylandia. Se quedaban parados frente al gran decorado, escuchando la música, maravillados por las coloridas figuras animadas que cobraban vida ante sus ojos, para luego terminar recorriendo la calle Preciados, admirando las luces que la vestían.

Con una sonrisa en los labios, Cloe continuó hacia el restaurante con los niños de la mano, recordando los momentos felices de su infancia. Era algo que quería también transmitir a sus hijos. Las tradiciones, para que ellos crearan sus propios recuerdos a través de ellas. 

Después de una comida familiar animada y llena de risas para celebrar el 75 cumpleaños de su madre, los niños jugaban con sus primos en el parque y su madre se ocupaba de ellos. De esta forma Cloe tenía la cobertura necesaria para quedar con Leo. 

Desde que habían planeado este encuentro clandestino, Cloe había estado nerviosa y emocionada, deseando ver a Leo y explorar los sentimientos que habían estado creciendo entre ellos durante las últimas semanas. Sentía curiosidad por lo que pasaría aquella tarde. ¿Realmente sentirían esa atracción que les atrapó en Nueva York? Tenía un resquicio de duda por si Leo se echaba atrás, aunque esto era poco probable porque ya le había mandado un mensaje para decirle que estaría en el hotel sobre las 5.

Cloe cogió la maleta y un taxi que la dejó en el Bless Hotel. Un conserje muy educado le abrió la puerta y le recogió la maleta para acompañarla hasta la recepción. Cloe estaba impresionada con el lujoso hall del hotel. Era una exquisita fusión de lujo contemporáneo y elegancia atemporal. Al entrar te envolvía una atmósfera de sofisticación y encanto, donde los tonos cálidos y neutros se combinaban con detalles de diseño cuidadosamente seleccionados para crear un ambiente acogedor y exclusivo. El mobiliario de diseño contemporáneo y artdecó, cuidadosamente dispuesto en áreas de descanso y espera, invitaba a los huéspedes a relajarse y disfrutar de una atmósfera refinada. Sofás de terciopelo suave, sillones de cuero lujosos y mesas de mármol pulido combinadas para crear un entorno de confort y elegancia.

En frente de la puerta principal, estaba ubicada la barra del bar, donde había gente tomando cocktails. Algunos huéspedes y clientes se repartían por diferentes sofás y taburetes tomando café, mientras un D.J. amenizaba la velada con música moderna. 

MALDITAS GANASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora