PARADISE

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Cloe abrió los ojos y pudo comprobar que todo estaba a oscuras. Alex dormía a su lado profundamente. Se levantó de la cama y salió de la habitación, cruzando el salón hasta la cocina americana. Cogió un vaso, lo llenó de agua y bebió. Se quedó apoyada en la encimera, mirando el cuerpo de Alex que tenía directamente en su campo de visión, en línea recta desde la barra de la cocina a la habitación. No había pasado nada entre ellos. Ambos llegaron a casa, se pusieron los pijamas y vieron una película en el sofá hasta quedarse dormidos. Recordaba que Alex la había llevado en brazos hasta la cama y poco más. Tenía claro que él no intentaría nada después de que ella le contara su historia con Leo. Siempre habían respetado eso, el tener otras parejas era algo sagrado. Se llevaban liando 20 años pero cuando estaban con otras personas su amistad se tornaba eso, solo amistad. Volvió a la cama, Alex se removió entre sueños cuando ella se tumbó a su lado alargando un brazo para rodearla por la cintura. En pocos minutos el sueño volvió a apoderarse de ella hasta que los rayos de sol se colaron por la gruesa cortina del dormitorio en un intento de llenar de luz la habitación.

Cuando Cloe volvió a despertarse, la otra mitad de la cama estaba vacía y el apartamento olía a café recién hecho. Se levantó y fue al salón. Alex había conectado la cafetera y había hecho café para dos.

—Buenos días—dijo Cloe.

—Hola brujilla—dijo Alex—¿Te acuerdas de la mierda del café inglés? Pues he preparado dos.

—Como si fuera ayer— rió ella, mientras se sentaba en la mesa y aceptaba la taza de café que Alex había preparado.

—¿Te apetece ir a tomar un brunch a Notting Hill?

—¿Un desayuno inglés de los que tomábamos?—preguntó Cloe.

Alex hizo un gesto de afirmación con la cabeza. Cuando vivían en Londres iban a Notting Hill y cada fin de semana probaban el brunch de un restaurante diferente. Además tenían un "Brunch Ranking" muy codiciado entre los Erasmus. Se ducharon por turnos y se vistieron sin prisas y a eso de las 11 ambos salían del apartamento en dirección al metro.

El aire fresco de la mañana les acompañó en el camino, iban cada uno sumidos en sus propios pensamientos. Cogieron la línea roja hasta Oxford Circus y de ahí a Notting Hill Gate. Salieron por la boca del metro dándose de bruces con una soleada mañana de Abril donde el encanto del famoso barrio londinense se mezclaba con la energía de los locales y visitantes que llenaban sus calles. A medida que el sol primaveral se elevaba en el cielo, el ambiente se impregnaba de una sensación de alegría. Las calles empedradas de Notting Hill cobraban vida con el bullicio de los mercados callejeros y los cafés al aire libre que enmarcaban las aceras. Los colores chillones de las fachadas de las casas georgianas contrastaban con el verde exuberante de los árboles que bordeaban las calles, creando una paleta que visualmente era muy cautivadora. El Mercado de Portobello Road, en el corazón de Notting Hill, estaba en pleno apogeo, con puestos que vendían una amplia variedad de productos, desde antigüedades hasta ropa vintage y arte local. Los visitantes paseaban entre los puestos, disfrutando del ambiente animado y buscando tesoros escondidos entre los objetos expuestos. Alex y Cloe poco a poco se fueron mezclando con la multitud y tenían tanta soltura por la zona, que parecían realmente ciudadanos autóctonos. Los aromas tentadores de la comida callejera llenaban el aire, desde el dulce aroma de los gofres recién hechos hasta el irresistible perfume de los currys más exóticos. Los cafés y restaurantes estaban llenos de gente que disfrutaba de un brunch relajado o de un café al sol, mientras charlaban animadamente con amigos y familiares. A lo largo de las calles laterales, se podían encontrar pequeñas boutiques y tiendas independientes, que ofrecían una amplia variedad de productos artesanales y diseños únicos. Los artistas callejeros y músicos ambulantes agregaban un toque de creatividad y diversión al ambiente, mientras que los parques y plazas ofrecían un refugio tranquilo para aquellos que buscaban un momento de paz en medio de la agitada "City" . Alex se detuvo frente a un local que hacía esquina, fachada blanca y toldo de rayas verde agua y blanco. Lo que más le llamó la atención fue el nombre "Sunday in Brooklyn". Se giró hacia Cloe señalando el restaurante.

MALDITAS GANASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora