DISFRUTO

179 43 0
                                    


El zumbido monótono del avión llenaba la cabina y favorecía el sopor, mientras Alex y Cloe iban sentados en silencio, sumidos en sus propios pensamientos, compartiendo un café americano y un sandwich. Habían llegado por los pelos al aeropuerto. Las imágenes de la noche de pasión que habían vivido el día anterior seguían perturbando sus mentes, pero ahora la tristeza y la resignación les envolvía de forma inevitable. Sabían que su tiempo juntos podría estar llegando a su fin.

El paisaje nublado se deslizaba por debajo de ellos mientras el avión descendía hacia el aeropuerto Adolfo Suárez de Madrid. Cloe sentía un nudo en el estómago mientras se preparaba para enfrentar la realidad que le esperaba en tierra firme. Cuando finalmente el avión tocó tierra y la puerta de la cabina se abrió, Cloe se encontró caminando por un pasillo sin retorno con Alex a su lado. Cada paso la acercaba más a ese momento inevitable, en el que tomara la decisión que tomara todo cambiaría y alguien saldría herido.

Se detuvieron ante la pantalla donde estaba la información de recogida de equipajes y se dirigieron a la cinta número 10. Alex caminaba como un autómata sin decir nada y Cloe le seguía sin saber que decir. Cuando vio salir su maleta Alex la recogió de la cinta.

—Tu maleta es inconfundible. Solo podía ser tuya—dijo mientras la posaba en el suelo.

—Así sé que es mía—dijo ella con una sonrisa forzada— Hay pocas maletas rosas con unos ojos dibujados.

—Hay pocas personas como tu—le dijo Alex mirándola fijamente.

—Gracias. Me lo tomaré como un cumplido—dijo ella sin hacer contacto visual.

—Deberías, porque lo es —dijo Alex.

—Alex, tengo que decirte algo.

—¿Ya has tomado una decisión?—preguntó él.

—No, aún no, pero no es eso. Leo me ha escrito, está fuera esperándome.

—Entiendo. ¿Quieres que me vaya por otro lado?—preguntó Alex visiblemente decepcionado.

—No, en absoluto, pero quería avisarte para que lo supieras porque la situación no va a ser cómoda para mi...ni para ti—explicó Cloe.

—¿Te apetece verle?—preguntó Alex con curiosidad.

—Por favor Alex no me lo pongas más difícil—dijo Cloe.

—Me gustaría saberlo—insistió él.

—No estoy orgullosa de lo que he hecho, pero si ha pasado, es porque era lo que me apetecía hacer en ese momento y no me arrepiento de nada.

—Al menos esta vez no has salido corriendo. Pero no me has contestado a la pregunta.

—Eso no es justo —dijo ella sintiendo una punzada de dolor.

—Lo siento, tienes razón—se disculpó Alex.

—Esto es muy jodido para mí, no es fácil. Ojalá y no estuviera en esta situación, ojalá y fueras tu el que tuvieras que elegir.

—Si tuviera que elegir, te elegiría a ti. No tengo ninguna duda.

—No lo sabes.

—Si lo sé—aseguró Alex.

—Pudiste hacerlo muchas veces y no lo hiciste por lo que, no, no lo sabes.

—¡Que mala!—exclamó Alex— Eso ha sido un golpe bajo.

—No, mala no, pero... ¿Cómo crees que me siento? ¿Crees que me gusta haber engañado a Leo contigo? Él no se lo merece. Es buena persona.

MALDITAS GANASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora