Leo volvió a casa con una sensación de fracaso que no conseguía quitarse de la cabeza y un nudo en el estómago. La decepción y el enfado le habían dejado completamente extenuado, mientras cerraba la puerta de su casa con fuerza detrás de él, como si eso alejara todos sus problemas. Se dejó caer sobre el sofá como si de un salvavidas se tratase, intentando ordenar sin mucho éxito sus caóticos pensamientos. Nunca pensó que ver a Cloe con otro le fuera a molestar tanto, pero lo cierto es que no lo había podido evitar. Y ahora, la imagen de los dos juntos, abrazándose seguía repitiéndose en su mente en bucle. Durante todo el camino de regreso no paró de cuestionarse si las elecciones que había hecho en las últimas semanas eran las adecuadas o si por el contrario había fracasado estrepitosamente al precipitarse. Había dejado a Rocio por Cloe, pero eso implicaba separarse de forma periódica de sus hijos y ahora tenía la duda de si ella valoraba esa decisión que le había costado tanto tomar. Cloe le había dejado porque no le creía capaz de elegir el camino que le llevaba hasta ella, pero cuando lo hizo, le dio la espalda y se abrazaba con otros sin parecer importarle nada.
Y ahora la duda le estaba angustiando de forma permanente. No sabía si lo había dejado todo, a lo mejor hipnotizado por una ilusión pasajera, embriagado por la sensación del enamoramiento de lo nuevo o lo desconocido. Al fin y al cabo con Rocio había construido una familia y ni siquiera le había brindado la oportunidad de arreglar las cosas como ella quería. Aunque cuando analizaba fríamente la situación, nunca había estado enamorado de Rocio como lo estaba de Cloe, ni siquiera en los inicios de la relación, cuando todo era bueno y nada importaba. Y es que Cloe le había quitado una venda de los ojos y le había enseñado a sentir y querer con esa intensidad que ella imprimía en todo lo que hacía en la vida.
Con pasos lentos y pesados, Leo se dirigió hacia la habitación donde sabía que Rocío estaría descansando. Cuando entró, pudo notar como un silencio sepulcral inundaba el dormitorio y Rocio levantó la mirada del libro que estaba leyendo sobre la cama con gesto serio pero no exento de cierta curiosidad.
—¿Qué pasa? —preguntó Rocio, notando la expresión de tristeza en el rostro de Leo.
Él se sentó en el borde de la cama, manteniendo cierta distancia de seguridad, sintiendo como todas las decisiones que había tomado se amontonaban sobre su cabeza generándole unas dudas que no sentía hacia tan solo unas horas.
—He estado pensando mucho— comenzó visiblemente emocionado —Sobre nosotros, sobre lo que pasó... y sobre Cloe también, claro.
Al oír el nombre de ella Rocio sintió una nausea y dudó sobre si seguir escuchando a Leo o echarle de la habitación.
—Hoy fui a verla y bueno...—Leo decidió que era mejor no contar lo que había pasado —Me hizo cuestionarme todo. Me hizo preguntarme si realmente tomé la decisión correcta al dejarte, al no intentar arreglar las cosas entre nosotros.
Rocio lo miró con aire nostálgico, sintiendo como su propio corazón se encogía por la emoción.
—Leo, ya sé que estas decisiones no son fáciles —dijo con calma mientras cogía aire —Pero la tomaste porque creías que era la correcta en ese momento. Si ahora estás cuestionándotela. No sé que pretendes.
Por unos breves instantes Rocio tuvo la impresión de que Leo estaba arrepentido de lo que había hecho. Tuvo un resquicio de esperanza, fue un efímero espacio de tiempo en el que creyó que aún podía recuperar a su marido, pero entonces Leo, que cuando entró en esa habitación efectivamente tenía muchas dudas sobre si debería dar una oportunidad a su matrimonio, éstas se disiparon por arte de magia y cambió de nuevo la dirección de la conversación.
—Lo que quiero decirte es que creo que aunque Cloe no existiera, nosotros ya no éramos felices. Independientemente de lo que pase con ella, creo que lo nuestro no funcionaba, pero estábamos tan engullidos por la rutina que ni siquiera fuimos capaces de hablarlo.
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MALDITAS GANAS
RomanceEn el amor no vale con querer a alguien. Tienes que llegar a tiempo. Uno no puede malgastar la vida deseando estar con alguien. Y Cloe llevaba toda su vida esperando llegar a tiempo. Leo y Cloe se enamoran de forma inesperada. ¿Estará Cloe dispues...