Cloe vio el último paciente, apagó el ordenador y se quitó la bata. Al salir cerró la puerta de la consulta con un suspiro de alivio. Había sido una semana larga y agotadora, había tenido la agenda hasta los topes, llena de pacientes con historias complicadas y repletas de sufrimiento, que la mayoría de las veces era difícil de aliviar. Pero a pesar de todo poseía una gran capacidad de desconexión, ahora por fin tenía 48 horas por delante para olvidarse de todo aquello. Miró el reloj, eran las 2:55 p.m. Su corazón se aceleró mientras se anticipaba a lo que estaba por llegar. Hoy iba a ver a Leo. Sólo con pensar en su nombre sintió una mezcla de emociones contradictorias: alegría, incertidumbre, esperanza y miedo.
Iba a pasar un fin de semana entero con él en Belmonte. Le parecía un auténtico regalo. Tenerle para ella 2 días. Dormir con él, sentirle de nuevo, besarle...Pero también sabía que aquello era un arma de doble filo. Volver a verle podía provocarle mucho dolor después. Y tenía claro que, o algo había cambiado, o sería la última vez que se vieran. Podría ser una reconciliación, una oportunidad para dejar atrás los problemas, o podría ser una ruptura definitiva, el fin de una relación que podía haber sido pero no fue, por, una vez más, no llegar a tiempo.
Cloe se mordió el labio inferior, sintiendo un nudo en el estómago crecer con cada minuto que pasaba. Soñaba con un final feliz de su historia con Leo, pero eso a veces no pasaba ni en las películas. Había muchos obstáculos que se interponían en su camino. Leo sólo estaba con ella desde hacia 3 meses. Sabía que no podía pretender que volara toda su vida por los aires tan pronto. Habían llegado a este punto demasiado rápido, en eso ambos estaban de acuerdo. De hecho, ni siquiera se imaginaban llegando a donde habían llegado.
"¿Te has acordado de mi?", murmuró en voz baja recordando la pregunta que Leo le había hecho hacía unos días, cuando volvieron a hablar. Era como si el simple acto de formular esa pregunta tuviera el poder de cambiar el curso de los acontecimientos. ¿Leo habría considerado dejar su vida atrás? Era una pregunta a la que había estado dándole vueltas en su mente desde que empezaron esta historia, una pregunta de la que tenía miedo a conocer la respuesta.
Salió por la puerta del Hospital. El sol brillaba sobre un cielo azul y limpio, pintando su mundo de tonos dorados y cálidos. Iba camino del coche cuando Leo la llamó por teléfono.
— Hola Cloe. ¿Cómo vas?
—Estoy saliendo ahora del Hospital—explicó Cloe—Voy a casa a comer algo, cojo la maleta y salgo para allá. ¿Y tu?
—Estoy nervioso—aclaró Leo.
—¿Pasó algo?—preguntó Cloe preocupada. ¿No te irás a rajar?
—No, tonta—le dijo Leo —Estoy nervioso porque estás muy guapa y ese vestido negro que llevas me pone malísimo.
Cloe frenó en seco. Se quitó el móvil de la oreja y miró a un lado y a otro. Después volvió a coger el móvil.
—Pero...¿Cómo sabes que llevo...? ¿Estás aquí?—preguntó Cloe con emoción contenida.
Entonces sintió como unas manos se deslizaban por su rostro tapándole los ojos. Se intentó girar pero encontró la resistencia de unos brazos fuertes que la sujetaban.
Leo se acercó a su oído y rozándolo le dijo:
—Si, amor, estoy aquí, contigo—explicó Leo mientras quitaba las manos de los ojos de Cloe.
Ella entonces se giró y vio su cara sonriente, mientras le sujetaba las manos y la miraba de la cabeza a los pies.
—Pero, Leo ¿Qué estás haciendo aquí?— preguntó Cloe, sorprendida
—He preferido venir a buscarte para poder hacer el viaje juntos—explicó Leo.
Leo cogió la pesada bolsa de Cloe para ayudarla y la acompañó hasta su coche.
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MALDITAS GANAS
RomanceEn el amor no vale con querer a alguien. Tienes que llegar a tiempo. Uno no puede malgastar la vida deseando estar con alguien. Y Cloe llevaba toda su vida esperando llegar a tiempo. Leo y Cloe se enamoran de forma inesperada. ¿Estará Cloe dispues...