El resplandor del sol de la mañana se filtraba a través de las cortinas entreabiertas que colgaban del gran ventanal de la habitación de Alex, coloreándola con tonos dorados y suaves. Cloe parpadeó lentamente, tratando de aclimatarse a la luz que inundaba el espacio. Al abrir los ojos, una sensación de culpa y vulnerabilidad la invadió. Miró a su alrededor, reconociendo la habitación de Alex, aunque todo parecía diferente a la luz del nuevo día.
Alex dormía plácidamente desnudo a su lado y eso no hacía más que intensificar el malestar de Cloe. Observó su cuerpo musculado y atlético, una visión que siempre la había llenado de deseo, pero que en ese momento solo le provocaba un nudo en el estómago. La realidad de lo que había sucedido la noche anterior se estrelló con fuerza contra ella.
Un dolor sordo martilleaba su cabeza, recordándole las copas de más que había tomado la noche anterior. Se llevó una mano a la frente, tratando de aliviar la intensa punzada que sentía en las sienes mientras luchaba por ordenar sus pensamientos. La mente se le inundó de imágenes borrosas de risas, conversaciones, sexo, placer y luego, el vacío. No podía comprender cómo había terminado desnuda en la cama de Alex... una vez más.
El remordimiento comenzó a aflorar pesado y angustiante en su pecho por haber traicionado a Leo. La sensación de haberle fallado la destrozaba, como si una sombra oscura sobrevolara sobre ella, eclipsando cualquier atisbo de felicidad que pudiera haber experimentado la noche pasada.
Alex se movió ligeramente en la cama y Cloe contuvo el aliento, temerosa de despertarlo. Se mordió el labio inferior, sintiendo la necesidad abrumadora de huir de la habitación, de escapar del peso aplastante de las pésimas decisiones que había tomado en las últimas horas.
Pero huir no resolvería nada. Sabía que tenía que enfrentarse a las consecuencias de sus actos, por muy dolorosas que éstas fueran. Lentamente, se deslizó fuera de la cama, procurando no hacer ruido. Se vistió con la ropa que encontró esparcida por la habitación, sintiéndose como si estuviera poniéndose una máscara para ocultar su verdadero rostro.
Antes de salir de la habitación, se detuvo un momento para mirar a Alex por última vez. Dormía plácidamente, ajeno a la confusión y mezcla de emociones que a ella la asaltaban. Alex era una persona maravillosa con la que había tenido la suerte de compartir dos años de su vida en Londres. Al regresar a España y vivir tan lejos el uno del otro decidieron dejar la relación, a pesar de que se querían con locura. Mantuvieron el contacto algunos años después, pero poco a poco ese contacto era cada vez más espaciado en el tiempo hasta que se apagó y cada uno siguió su camino y su destino. Una punzada de envidia la atravesó, deseando poder cerrar los ojos y dejar atrás todas sus preocupaciones. Con un suspiro de resignación, cogió su bolso y de puntillas salió por el pasillo, sin despedirse ni dejar una nota, algo que desde luego no era su estilo pero que últimamente había adoptado como "modus operandi" habitual muy a su pesar.
Cogió un taxi hasta el hotel y una vez en la habitación se dio una ducha y envió un mensaje a Vega para desayunar.
—Bueno, cuenta —dijo Vega—¿De dónde ha salido ese hombre por favor?
—Pues lo conocí de Erasmus en Londres hace un montón de años. Pasamos juntos 2 años estupendos y muy intensos. Pero al regresar a España ninguno queríamos una relación a distancia y nos separaban muchos kilómetros, así que decidimos continuar siendo solamente amigos.
—¿Solo amigos?
—No, claro que no —rió Cloe—Quedábamos 3-4 veces por año y siempre acabábamos liándonos. Era como algo inevitable ¿Sabes? Algo que dábamos por hecho que siempre iba a suceder.
—No me extraña, está muy bueno.
—Lo sé, además es muy bueno en la cama pero ahora me siento como el culo.
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MALDITAS GANAS
RomanceEn el amor no vale con querer a alguien. Tienes que llegar a tiempo. Uno no puede malgastar la vida deseando estar con alguien. Y Cloe llevaba toda su vida esperando llegar a tiempo. Leo y Cloe se enamoran de forma inesperada. ¿Estará Cloe dispues...