PUNTOS SUSPENSIVOS...

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Vega entró en el hospital con paso decidido y  el corazón encogido por la preocupación. Se podía escuchar el eco de sus pasos resonar en el largo y solitario pasillo del Hospital. Conforme avanzaba y se acercaba a la zona de la UCI pudo divisar a Cloe al fondo sentada en una hilera de sillas de plástico azul. La imagen de su amiga, sentada en esa sala de espera improvisada, con los ojos enrojecidos por el llanto, la impactó profundamente. Se acercó con rapidez, sintiendo un nudo en la garganta al ver el dolor en el rostro de Cloe. Hacia media hora que la había llamado llorando inconsolable para contarle lo que había ocurrido. Se lo tuvo que repetir varias veces porque Vega no conseguía entender lo que le decía. Dejó lo que estaba haciendo y cogió sin dudarlo el metro hasta el Hospital.

Cuando llegó junto a la hilera de sillas se puso delante de Cloe para que ésta pudiera verla. Cloe levantó la vista y al ver a Vega se puso en pie y dándole un abrazo rompió a llorar desconsoladamente otra vez.

—Cloe, tranquila, ya estoy aquí... Todo va a ir bien ¿Cómo está Leo?—preguntó Vega.

Las lágrimas de Cloe seguían fluyendo sin control y sus sollozos inundaban el espacio.

—Está en quirófano. Es un traumatismo abdominal. Vega, esto es por mi culpa.

Vega se sentó a su lado, envolviendo a Cloe en un abrazo reconfortante.

—A ver....calma...—dijo Vega—Esto no es culpa de nadie. Los accidentes suceden, no podías evitarlo de ninguna manera, ni siquiera adivinar que esto iba a pasar.

—Si no hubiera ido a Londres con Alex, esto no habría pasado porque Leo no habría ido al aeropuerto.

—Ya—dijo Vega—Y si no hubieras ido a Nueva York no estarías con Leo. No seas dramas.

—¿Y si se muere, Vega?—preguntó Cloe entre lágrimas.

—Aquí no se va a morir nadie—dijo Vega aparentando seguridad—¿Qué te han dicho?

—Nada, no sé nada, sólo que lo metían a quirófano.

Vega abrazó a su amiga mirándola con compasión, comprendiendo el tormento que inevitablemente sentía.

—Cloe, escúchame —dijo con voz firme pero amable —No puedes prever el futuro, no puedes vivir atormentándote con los "qué hubiera pasado si". Lo único que importa ahora es que Leo salga bien de esta intervención. Todo lo demás no debe preocuparte porque no es importante.

Cloe asintió débilmente, aferrándose a las palabras reconfortantes de su amiga.

—Tienes razón, Vega. Solo quiero que Leo se ponga bien.

Pero el tiempo pasaba lentamente en la sala de espera, cada minuto era como una vida entera. Era una sensación muy cruel. Cloe secó sus lágrimas reemplazándolas por la ansiedad silenciosa de esa espera. Finalmente, un médico que se identificó como el cirujano que había intervenido a Leo salió para informarlas de la situación y con él trajo un rayo de esperanza. La cirugía había ido fenomenal y aunque Leo aún estaba en la zona de Reanimación, las perspectivas eran buenas. Les indicó que pasaría la noche allí y luego subiría a la UCI. Le habían reparado una laceración hepática y le habían extirpado el bazo. Pero en líneas generales estaba estable.

Cloe dejó escapar un suspiro de alivio, sintiendo como una sensación de paz la invadía. Vega la abrazó con fuerza, compartiendo su alegría.

Tras recibir la información decidieron ir a cenar algo. Cloe memorizó los horarios de visita de la UVI y dejó su teléfono de contacto por si pasaba cualquier cosa. Visitaría a Leo por la mañana, era una tontería pasar toda la noche recostada en aquellas sillas tan incómodas si no iba a poder verle.

MALDITAS GANASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora