CAPÍTULO FINAL: 7 AÑOS DESPUÉS...
SANTANDER, 09:30, ALEX
Alex se despertó sobresaltado por un ruido desde su cocina. Abrió los ojos y se quedó observando el gran ventanal de su habitación. El cielo estaba nublado, como la gran mayoría de días en Santander. Al menos no llovía. Llevaba puestos unos calzoncillos, así que cogió una camiseta que había sobre la silla y se la puso. Se dirigió a la cocina para ver de donde provenía el estruendo. Raquel estaba preparando el desayuno y había roto una taza.
—¿Qué ha pasado?—preguntó, aunque podía ver los trozos de porcelana que Raquel estaba intentando recoger.
—Se me ha escurrido de las manos, lo siento, te compraré otra si me dices donde la compraste.
—No es necesario—dijo Alex acercándose para ayudarla.
Alex se agachó sobre los pedazos de taza dispersos por el suelo y los fue recogiendo uno a uno. Conforme los recogía su gesto se iba torciendo, Raquel no era tonta y se daba cuenta de que algo pasaba.
—Es sólo una taza—sonrió ella quitándole importancia.
—Para mí no es solo una taza—dijo Alex arisco, recogiendo el último trozo y llevándolos a la mesa del salón.
Miró desolado los pedazos rotos y pudo imaginarse perfectamente su corazón roto el día que Cloe se despidió de él en Madrid. Habían pasado más de 7 años desde aquel día y aunque había intentado rehacer su vida, no había conseguido tener una relación que le durase más de unos meses. Su hija Susana terminaba el instituto ese año y luego iría a la Universidad. Aún no tenía claro si quería quedarse en Cantabria o si se iría a Madrid a continuar sus estudios. Raquel era una compañera de trabajo con la que se liaba de vez en cuando desde hacía un par de semanas. Nada importante. Era consciente de que ella quería algo más, pero él, por mucho que lo intentaba no era capaz emocionalmente de involucrarse más allá del sexo en una relación.
Raquel fue junto a la mesa del salón para intentar arreglar la taza con Alex. La taza que, claramente no tenía arreglo alguno. Estaba hecha añicos.
—¿Qué tiene de especial la taza?—preguntó Raquel inocentemente.
—No es la taza, es la persona que me regaló la taza, la que es especial.
—Pero—dijo Raquel con gesto de asombro—¿Es que tienes novia?
—No, no tengo novia. No me apetece hablar de eso—le dijo Alex muy serio.
—Lo siento, no quería incomodarte—dijo Raquel.
—No me incomodas es sólo que no quiero hablar de ella—explicó Alex.
—¿Es la chica de la foto?—insistió Raquel señalando una foto de la pared.
Alex se quedó mirando fijamente la foto donde Cloe y él estaban en Nueva York sentados en un banco en Brooklyn con el puente sobre ellos. La foto era en blanco y negro, la habían tomado en un viaje que hicieron juntos en 2011. Alex la había impreso y ampliado y la tenía colgada en el salón. Sabía que Cloe tenía la misma foto impresa en papel y colgada en su casa. Podría decirse que era su foto favorita.
—Si, es ella. Déjalo ya ¿Quieres?—dijo Alex.
—Vale, vale, perdona. Será mejor que me vaya—dijo Raquel, mientras presentía que tal vez esa sería la última vez que se acostaba con Alex. Todo por una taza rota y una foto de una chica fantasma.
—Si, será mejor—dijo Alex girándose mientras le daba la espalda e iba a la cocina a preparar el café que se había quedado a medias.
Unos minutos después Raquel se había ido y Alex tomaba un café en el sofá en frente de la foto de Brooklyn. Cogió el móvil y abrió Instagram, Cloe había puesto una foto, le dio a la bolita y ésta se abrió. Pudo ver los pies de Cloe descalzos, uñas impecables de color rojo. De fondo una moqueta marrón "Muy ella"—pensó Alex—"Cloe y sus pies". Tras esa foto, una de Cloe sentada en un banco debajo del puente de Brooklyn, concretamente en el Dumbo. Exactamente en el mismo sitio donde ambos se habían hecho la foto que colgaba de la pared del salón de Alex. La música que acompañaba a la foto "Another love" de Tom Odell. Sonrió. Si Cloe había puesto esa canción sabía que al menos habría pensado en él. Nunca tuvieron su momento, porque su momento era siempre. Dos almas que se querían desde siempre pero que estaban condenadas a no estar juntas. Todo un clásico.
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MALDITAS GANAS
RomanceEn el amor no vale con querer a alguien. Tienes que llegar a tiempo. Uno no puede malgastar la vida deseando estar con alguien. Y Cloe llevaba toda su vida esperando llegar a tiempo. Leo y Cloe se enamoran de forma inesperada. ¿Estará Cloe dispues...