Capítulo 5

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Vlair

La fiesta continuaba y yo me seguía sintiendo un poco incómoda. Nunca me había sentido incómoda en una fiesta, pero la verdad que todo parecía muy raro.

Luego el descontrol empezó a apoderarse de la fiesta. En un rincón, había gente manoseándose. Por otro lado, había una pelea en la que más de uno estaba alentando para que empeore. No entendía por qué nadie ponía límites. ¿Acaso no había nadie con la cabeza mínimamente andando?

No conocía a absolutamente ninguna de las personas. Bowery había desaparecido luego de que el chico misterioso lo llamó y nunca más vi a ninguno de los dos en la fiesta.

Cuando empecé a pensar, tenía muchas ganas de orinar. El alcohol me estaba matando.

Me hice lugar entre los que sí estaban disfrutando la fiesta y logré entrar a la casa con éxito. Bien, ahora solo tenía que saber dónde quedaba el baño.Lo lógico sería que estuviera en el piso de arriba, así que rápidamente me fui hacia allí.

Mientras caminaba por el pasillo, en el lado opuesto al que iba logré verlo. Sabía quién era, porque ¿cómo no lo iba a saber? Era un gran misterio para mi vida, pero no paraba de verlo. Era el chico que me había saludado.

Ahora lo veía peleándose con una chica que no conocía, pero juraba que era muy parecida a Avril, la hija del gran señor Carpenter, fundador de la fiesta.

En el baño la fila apenas se movía y yo no podía parar de respirar hondo y mentalizarme para no hacerme encima. Parecía una mujer en pleno parto.

Una vez que tuve acceso al maldito inodoro, tenía náuseas a más no poder. El baño estaba demasiado sucio, en un costado había un vómito y en el lavamanos había líquidos de diferentes colores esparcidos por todos lados. No entendía qué hacían para arruinarlo tanto.

Como pude pasé un papel por el reborde del inodoro y me senté. Dejé todo lo que pude y sentí un vacío increíble en mi interior. Luego me lavé las manos e hice mi mayor intento para limpiar el lavamanos, aunque fue un poco difícil porque había un líquido que parecía gelatina y se me pegoteaba las manos. Me apuré porque me acordé que, probablemente, había más gente como yo esperando que la fila se deshiciera rápido.

Cuando salí del baño ya no veía al chico desconocido ni a la, posiblemente, promotora de la fiesta —Avril—. No sabía si irme de la fiesta porque me parecía un poco molesta y tenía sueño, aunque quería seguir disfrutando. Además, recordé que en la ciudad costera hasta que no pasaran las fechas festivas no habría muchas más de estas fiestas.

Así que esta vez iba a entrar a la zona de baile, y como una estrella. Iba a brillar girando con mis tacones. Absolutamente ninguna persona me iba a detener. En pocas palabras, era libre. No conocía a nadie y nadie me conocía. ¿Acaso pasaría algo? Probablemente la respuesta sea no.

Llegadas las tres de la mañana, la fiesta parecía más un ring de boxeo que otra cosa. Se estaba descontrolando por todos lados, e incluso había una pared llena de graffitis. Todo parecía fuera de lugar.

Entonces apareció una mujer que, si no mal recordaba, era la Señora Carpenter. Llegó con sonidos de sirenas, lo que alarmó a la gente y empezó a salir desesperadamente. Yo escogí ir por el patio hacia la playa. Quería estar en calma mientras escuchaba el ruido de las olas.

Muchas veces me he esforzado en que me miren, me he atrevido a todo lo que podía. Sentía como si fuera un espectáculo de circo, en la cuerda floja, buscando que los espectadores vean lo que era capaz de hacer.

Eso hacía con las personas, quería que me notaran.

Una de las razones por las que aproveché la primera oportunidad que tuve para salir de mi ciudad fue escapar de todo. Comenzar de nuevo, en un lugar donde nadie me conoce y donde pueda hacer amigos de verdad.

Al único que conocía era a Bowery, y casi terminé en la cama con él. Genial.

Pasar un curso de verano en esta ciudad iba a ser un poco estresante. Pero también misterioso, y yo creo que a los humanos nos encanta perseguir misterios por naturaleza.

No me había dado cuenta que me había quedado dormida literalmente en la playa hasta que una mano tocó mi hombro y reaccioné en consecuencia.

—Tranquila, no te haré nada. Te desperté porque se me hace curioso ver a una persona durmiendo sola en el medio de la playa —la voz que escuchaba era un poco rasposa y la sentía familiar—. Me sorprende que no te llevó la marea.

Estaba muy incómoda y sentía arena en todas partes, además tenía los pies húmedos y la arena estaba mojada por lo que en algún punto de la noche el agua había llegado casi a mi cuerpo.

Me giré para ver con quién hablaba y entendí por qué la voz me sonaba similar.

Era el chico misterioso. El que estaba peleando con Avril anoche. No respondí nada porque lo estaba mirando, pero él sí habló.

—Soy Giuliano, por cierto. Te me haces un poco conocida la verdad, pero no recuerdo por qué —se había olvidado de nuestro episodio en el tren—. Si no es así, disculpame. Seguramente te confundí con alguien más.

¿Debería decirle? No sé, se supone que debería conocer a gente nueva. Creo que ese no sería un buen paso para empezar. Por lo menos ahora sé que el chico misterioso se llama Giuliano.

—No, seguramente alguien se te hizo similar a mí. ¿Increíble, no lo crees? —sentía como si estuviera leyendo un guión de una película, maldita sea—. Es decir, que veías una similitud en mí.

El me miró sorprendido y asintió.

—Bueno, vine a la playa a desquitarme un poco mojándome con el agua salada, en una especie de terapia. Así que adiós, persona desconocida.

No puedo creer que me haya olvidado de decirle mi nombre.

—Vlair. Un gusto, Giuliano. Espero que nos veamos algún día por la ciudad.

Se limitó a esbozar una sonrisa y se fue hacia el mar. Yo me levanté y decidí que ya era hora de que me organice para el curso de verano, aunque comenzase la semana que viene recién.

Mientras me iba, miraba como caminaba hacia el agua —estaba de espaldas, por lo que no me podía ver—. A unos metros de donde las olas eran capaces de mojar la arena, se sacó la musculosa dejando ver una musculosa espalda.

Decidí dejar de mirarlo, porque aunque me pareciese atractivo parecía una obsesionada observando tan fijamente cada detalle de su paseo hacia el mar.

Me enfoqué en lo que de verdad importaba. La principal razón por la que terminé en November. Un curso de verano en uno de los institutos de idiomas del lugar.


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