Capítulo 14

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Avril

Llamé a Giuliano. Iba a pedirle perdón por todo y porque necesitaba de él.

Atendió al segundo tono.

—¿Avril? ¿Qué quieres?

Sonaba muy cortante, su voz parecía un cuchillo afilado.

—Quería hablar contigo —él parecía un cuchillo afilado, y mi voz sonaba como un cuchillo de plástico sin filo—. Sobre todo lo que ocurrió.

—¿Vas a ser sincera esta vez?

¿Qué? ¿Qué quería decir con eso?

—Siempre lo he sido.

—No. Avril, tu sinceridad a veces se acaba. Si no lo notaste, sueles terminar con tu sinceridad para atacar y hacer daño. Así las personas se sienten vulnerables y te piden ayuda. Con eso logras una relación donde siempre dependen de vos.

Esto era demasiado. Si lo hubiera hecho, hubiera sido totalmente accidental.

—Giuliano, yo nunca quise hacerte daño.

—Hay una gran diferencia entre querer y hacer algo. Y lo has hecho, muchas veces.

—No quiero pelear más contigo, en serio.

—Si así fuera, ese último día nos hubiéramos quedado comiendo felizmente.

—Tú eras el que no me soportaba.

—No, el problema es que tú no me entendías.

Estaba empezando a lagrimear, menos mal que estaba sola en mi habitación.

—Sabes perfectamente que después de lo de Branca he dejado una parte de mí en ese lugar.

—Has dejado la parte de la que me enamoré, entonces.

Odiaba que fuera tan inmaduro, ¿acaso solo le importaba lo que le pasaba a él? ¿Y yo qué? Las relaciones son bilaterales por lo tanto lo que le ocurre a él o lo que me ocurre a mí tienen el mismo peso.

—Sabías perfectamente que las heridas todavía duelen. Aún así, lo que hiciste fue igual de horrible que todas ellas. Esto fue igual de difícil que cuando me separaron.

—¡Deja de echarme la culpa a mí! No tengo la maldita culpa de todo lo que te pasa, Avril —sonaba descontrolado, como si hubiera perdido la poca cordura que le quedaba—. Tú eres la responsable de tus actos. Sí, lo hiciste porque nos peleamos ¿pero quién inició la pelea? Tú. Fuiste tú, Avril.

No, yo no tenía la culpa. Ese día... no merecía la pena recordar todo lo ocurrido. Aunque fueran recuerdos difusos y llenos de partes sin terminar.

Me ignoraba... luego ocurrió un accidente. Los vidrios en el piso, gritos y peleas. Abandono. Yo, tirada en el piso, sangrando y llorando. ¿Entonces tenía razón? ¿Todo había sido mi culpa? La bandeja rota, el enojo y la bomba a punto de estallar, todo era por mi manera de reaccionar.

No podía ni diferenciar lo real de lo imaginario, y aún así dolía mucho.

—Vamos Giuliano, no puedes hacerme esto. Tú eres el único que me conoce por dentro, podemos solucionarlo. Una última oportunidad.

—¿Ahora quieres que te dé otra oportunidad? Que irónico, hace tres semanas yo te lo pedía y no te importaba.

No, sí me importaba. Él no entendía que de verdad me importaba y por eso necesitaba alejarlo, para no lastimarlo.

—Me importabas, por eso lo hice.

—¿Y qué pasaría si te digo que no? Me importas, por eso te rechazaré.

Su tono irónico, su manera de no comprenderme me hería...

—En serio Avril, tú has arruinado esto.

—¿Vas a jugar el rol de inocente de nuevo?

—¿Ves? Siempre que digo algo así te exasperas, te enojas y sueltas lo que de verdad quieres decir, y no lo que deberías decir.

A veces era tan irritante que me sofocaba. Me acomodé en la cama porque me estaba doliendo la espalda y no sabía qué hacer ya.

—No, Giuliano. Digo la verdad.

—Pareces una visionaria loca ya, diciendo que siempre tiene la razón de lo que dice.

—¿Y qué?

—Que deberías reconocer que no siempre vas a ser la que dice la verdad —luego de una pausa—. Eres egoísta, no piensas en nadie más que en tí. Adiós.

Antes de cortar, logro escuchar una voz de fondo que dice cariño.

Entonces me doy cuenta de que todo se terminó. Ya no me necesitaba, él ya tenía alguien que lo cubriera.

Mi único deseo se había desvanecido. Mi reino se había deshecho, mi sol se había eclipsado. Lo que no pudimos ser en vida seremos en sueños...

woodvaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora