Capítulo 16

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ACTO 1

Me aterra tanto que alguna vez te vayas.


Vlair

A veces notaba que era como un pedazo de vidrio. Podrían verme como una persona muy dura, pero por dentro era muy frágil. Con Giuliano me sentía así, el primer momento en el que lo ví me resistí a todo porque no quería aparentar mucho y porque estaba indecisa, pero cuando él me buscó... yo no me resistí.

Ahora estábamos desnudos durmiendo abrazados al lado de un lago ¿podría haber algo mejor que esta mini escapada de la ciudad?

Estaba despierta hace cinco minutos y no podía dejar de mirar lo hermoso que era. Su mandíbula definida, su pelo castaño, sus ojos tan azules y ese increíble físico, excesivamente marcado de pie a cabeza.

Luego cerré los ojos y seguí pensando. Me encantaba pensar, imaginar y crear cosas en mi cabeza.

De la nada sentí que alguien besaba mi pecho izquierdo, justo donde estaba el August. Obviamente era Giuliano. Cuando notó que estaba despierta separó sus labios de mi pecho y esa ausencia me hizo sentir como si yo lo estuviera castigando con la mirada, aunque luego habló.

—Yo nací en agosto —me dijo.

Para mí tenía un significado más profundo. No solo era un mes del año, ni una canción de Taylor Swift. Era mucho más que eso.

—Ese mes falleció mi hermana.

Se quedó mudo, como todos los que preguntaban por qué ese mes y yo les respondía así.

—Oh.

Esa fue su respuesta, y me pareció la más adecuada.

No tocamos más el tema. Nos vestimos y ordenamos todo lo que habíamos dejado disparatado por la orilla. Pusimos todo de vuelta en la parte trasera del Honda Civic de Giuliano y repetimos el viaje para volver a la ciudad.

En un momento lo llamaron y empezó a hablar sobre cosas de negocios por lo poco que entendía —mientras más hablaba menos entendía—. Mientras miraba el celular para distraerme sentí que tanteaba mi pierna y la acariciaba suavemente cuando no usaba la palanca de cambios.

Giuliano parecía un trofeo, y sin duda haría trampa para ganar ese premio. Era tan hermoso y brillaba a la luz del sol. Sus anteojos de sol que oscurecían sus ojos y las miradas discretas que me tiraba de vez en cuando me hacía sentirme mejor. Ese era el hombre que amaba. Ese era mi hombre.

Al parecer, del calor tan fuerte que había ayer pasamos a un clima totalmente frío. Una tormenta parecía avecinarse y yo no había traído nada de abrigo. Cuando Giuliano lo notó, frenó en un costado de la ruta para sacar su chaqueta negra y dármela.

—No la necesito —era mentira, si la necesitaba, pero no quería que él se enfermara.

—Vlair, sé perfectamente que la necesitas. Acéptala, no tiene pinchos que te desgarran la piel.

Le dí un golpe divertido y me empecé a reír. Él se limitó a sonreír.

Una vez que llegamos, me preguntó si quería quedarme en su casa. Debería volver a mi departamento, aunque faltara mucho para todo lo que tengo que hacer. Por eso, decidí quedarme con él. Al menos este fin de semana.

—Está bien, iré contigo.

Me sonrió y empezó a contarme una historia sobre él en una pequeña laguna con sus amigos, Justin y Luciano. Cuando nombró a Bowery me tensé levemente, ¿debo contarle lo que pasó en la fiesta? A ver, si nadie saca una palabra nunca se va a enterar.

woodvaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora