Capítulo 20

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Vlair

Me limpiaba las lágrimas, queriendo limpiar los pedazos de mi corazón roto.

Yo lo único que había hecho era amarlo, y ahora estaba borracho en medio del living de una casa desconocida, llamando a otra y diciéndole que la amaba.

Lo había escuchado todo, cada pedazo de la conversación era perfectamente audible desde el pasillo de la casa donde estaban las escaleras. Al despertar y no encontrarlo me había asustado, pero luego de buscarlo me había dado cuenta que prefería estar borracho con sus amigos, llamando a su ex que estar conmigo.

Cuando escuché que alguien movía la silla como si quisiera levantarse fui rápido hacia las escaleras y subí lo más que pude, de a dos escalones, saltando, todo. Lo único que faltaba es que alguien me descubriera escuchándolos.

Quería saber si Giuliano por lo menos tiene el coraje suficiente para decir la verdad.

La alarma del reloj que ocupaba la mesa de luz a mi derecha sonó a las diez de la mañana, al despertarme todos los recuerdos de lo que había pasado hace cinco o seis horas parecían difusos, como si hubieran sido hace mucho tiempo. Pero aún dolían como si ese fuera mi presente.

Mientras apagaba la alarma me dí cuenta de que Giuliano hacía gestos de queja al lado mío. Tenía una mano en mis muslos antes de que yo me moviera para apagar la luz.

Si no me hubiera despertado en la noche, no sospecharía que Giuliano se la pasó tomando toda la madrugada. Lo único que se dejaba notar un poco era su resaca, fuera de eso seguía igual que cuando nos dormimos. Me acerqué a darle un beso en el cuello para comprobar su aliento y tenía el mismo aroma de menta con toques de canela que tenía su pasta dental.

—Mi amor, buenos días.

Me generaba repugnancia que me llamase amor después de que en medio de la noche parecía que apenas me recordaba.

Cuando me dio un beso lo besé igual que siempre, no quería que sea obvia mi inconformidad después de lo que hizo.

Parecía que se había levantado excitado, porque me besó con furia y mientras lo hacía empezó a bajar sus manos por mis caderas, aunque yo me moví lo suficiente como para evitar que siguiera.

—Giuliano, por favor. Son las diez de la mañana y no podemos estar haciendo esto.

—¿Y qué? Nadie se va a enterar —sonaba convincente, pero recordé que esta ni siquiera era su casa—. Solo quiero probarte un poco más, aunque sea tocarte —sonaba más atractiva de lo que parecía la propuesta, pero también me resonaban en la cabeza sus palabras anteriores—. Venga Vlair, a vos te encanta cuando hago esto.

Empezó a bajar por mi muslo izquierdo, tocando lentamente hasta que empecé a sentir el placer de sus manos. Estaba fingiendo no sentir nada pero era demasiado bueno. Al parecer, como no respondía, empezó a juguetear un poco más con sus dedos.

Justo cuando estaba por rendirme del placer que me daba con esos dos dedos estimulando mi parte íntima interior, alguien tocó la puerta.

Tan rápido como pude me escondí bajo las sábanas mientras Giuliano buscaba algo que ponerse —porque no parecía muy respetuoso responder estando en ropa interior— aunque se limitó a ponerse un short.

—Ya sé que estás con tú chica ahí adentro pero tu padre me ha llamado diciendo que no le atiendes el teléfono y que te necesita en el negocio. —Una voz desconocida, probablemente Justin si no mal recuerdo, estaba hablando.

Giuliano soltó una maldición y cerró la puerta.

Se acercó a mí, me dio un beso, y empezó a buscar ropa —de la que eligió una camiseta, unos calcetines y un par de zapatillas—. Luego volvió a darme otro beso, este un poco más largo y se fue, despidiéndose.

—Me voy cariño, si quieres salir pídele a alguno de los muchachos que te abra, aunque generalmente suelen dejar la puerta sin llave. Te amo.

—Te amo.

Se fue cerrando la puerta de la habitación y ahora estaba sola, en el medio de la habitación de Giuliano sin saber qué iba a hacer. ¿Cuál debería ser mi siguiente paso? Podría averiguar sobre lo que escuche ayer, pero no me serviría de nada. Yo lo amo y lo único que necesito es que él me demuestre que también me ama.

Me puse a llorar y a liberar un poco mis emociones. Todo esto había sido muy rápido, tan solo un día siendo novios y ya estaba tirando todo a la basura. Giuliano no parecía ni enterado de lo que había dicho anoche, y yo no quería perderlo.

No sé cuánto tiempo pasó cuando decidí que iba a dejar de llorar, tenía que volver a mi departamento y, además, dejar todo como estaba. ¿Por qué iba a arruinar algo que estaba perfectamente hecho?

Busqué todas mis cosas, guardé todo y me llevé las bolsas que —desde nuestra visita al lago— todavía estaban en la habitación de Giuliano.

Probé suerte y, como era obvio, la puerta estaba sin seguro. Así que me fui de la casa de Giuliano a mi apartamento. Necesitaba tiempo libre.

No solo para relajarme, si no también para ponerme al día con mis padres y mis hermanos.

Tenía cinco hermanos, lo que se traducía en una cantidad suficiente de personas a las que podía contarle lo que me pasaba. En este momento decidí escoger a Gale, que siempre me daba sus mejores consejos y lo consideraba un hermano, amigo y terapeuta.

Lo llamo y no atiende al primer tono. Ni al segundo, ni al tercero, ni al cuarto... no atiende.

Al saltar la casilla de mensaje después de llamarlo por tres veces seguidas me rindo, no tenía certeza de por qué no atendía. La última vez que habíamos hablado fue hace una semana y era una conversación como todas las demás.

Ya no quería hacer nada más, era lo único que necesitaba y no lo tenía.

Me acosté en mi cama y lo que en verdad buscaba era fundirme.

Desaparecer.

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