Capítulo 19

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Avril

A la salida de mi primera clase de pilates estaba muerta. No podía creer cómo me dolían todos los músculos.

Una chica me nombró y entonces me giré y la ví. Se me hacía un poco conocida, pero no tenía idea siquiera de cuál era su nombre. Lo único que recordaba de ella es que estaba muy animada en la clase al lado de la profesora mientras yo estaba a punto de tener un paro cardiorrespiratorio.

—Ey Avril, ¿tú eres nueva, no?

—Si... la verdad que me ha matado esta clase.

—Se nota, luego te acostumbras y parece una terapia. Mi nombre es Rebekah, por cierto, vengo a pilates hace como cinco años y me quería dedicar a esparcir esta terapia —como yo la llamo— por donde sea posible.

—¿Nos conocemos? —dije en un atisbo de ver si recordaba algo de ella— Siento que en algún momento te vi.

—La verdad que te hablé principalmente porque también te me hacías conocida pero no recuerdo de dónde.

Bueno, entonces esto era obra del destino.

Estaba por hablar pero me corrí a un costado justo cuando una chica pasaba corriendo pidiendo perdón. Volvía al salón donde habíamos tenido la clase ¿se había olvidado algo?

—Bueno, ¿te gustó la clase? —Rebekah cambió de tema—. Si quieres te puedo pasar mi número para mantenernos en contacto. Soy la mano derecha de la profesora, Olivia. Pero bueno generalmente me manda a mí a avisarles cuando no hay clases, etcétera.

Me pasó su número y la agendé. Me fui rápido porque tenía que llegar a casa y prepararme para cuando llegara Joaquín, que sería en dos horas aproximadamente.

Cuando llegué fui al baño inmediatamente a ducharme. Mirándome al espejo empecé a notar que, además de los dos moretones que se estaban desvaneciendo ya, había cinco más recientes. No tenía ni la más pálida idea de por qué era esto, pero no parecía tener relación con nada más.

Joaquin llegó a casa justo cuando terminaba de espolvorear el polvo brillante azul comestible sobre los muffins que había cocinado para su bienvenida.

Fui hacia la puerta y lo abracé, después mi mamá lo guió por la casa para llevarlo a su habitación —una de las que estaban vacías— mientras con Alejo preparamos una merienda para darle la bienvenida a Joaquin.

Fiambres —salames, jamones, quesos—, aceitunas, cazuelas, masitas, muffins, budines, panes, tostados. Demasiada comida para cuatro personas.

Mientras bajaban las escaleras escuché murmullos de una discusión que estaba a punto de empezar.

—¿Que has invitado a tu novia y llegará en cinco minutos? ¡Tenías que avisar antes! —dijo mi madre.

Bueno, demasiada comida para cinco personas.

Al cabo de unos minutos una chica llegó a la puerta. Me sorprendió un poco, debía medir aproximadamente un metro y sesenta centímetros y dios, Joaquín medía casi un metro noventa.

Como fui a atenderla, nos quedamos un instante mirándonos mutuamente —y analizando un poco de cada una—, la verdad no era fea. Me parecía muy linda, pelo rubio platinado, con unos ojos celestes, casi verdes. Ese día se presentaba con un vestido rosa y llevaba una sonrisa blanca. Parecía una barbie, y esto me demostraba que Joaquín tenía muy buen gusto.

—Hola, ¿tú eres Avril? —Sonaba muy amable, su voz parecía jarabe para mis oídos.

Creo que pensó que estaba equivocada porque no le había contestado y es que en realidad todavía seguía mirándola.

—Discúlpame si me equivoqué, creo que era la casa de al lado...

—No, no te equivocaste, es aquí. Perdóname, a veces me quedo un poco aturdida —mi primera mentira y la había conocido hace menos de cinco minutos. Genial, si había un record grammy para la mentira más rápida era yo—.

Entró y cerré la puerta detrás. Mi mamá la recibió muy efusivamente —casi 99% confirmado que estaba fingiendo— y luego la guió arriba, probablemente a la misma habitación que Joaquín.

Luego de que Joaquín y su novia —recordé que todavía no sabía su nombre— terminaran de bañarse y alistarse, nos juntamos todos a degustar la merienda. En la mesa, Joaquín la presentó.

—Bueno familia, ella es January y es mi novia —la besó en la boca frente a todos—. Como sabrán vino conmigo y los interrumpimos porque necesitaba volver a mi ciudad natal a renovar mi documentación.

Genial, aprovechaban que Joaquín tenía que hacer su nuevo documento de identidad para tomarse unas vacaciones con residencia gratis —y, seguramente con lo complaciente que es mi mamá, también comida— y probablemente usar la cama de la habitación de invitados para tener sexo.

Nota mental: cambiar las sábanas cuando se vayan, en ocho días.

A las cinco de la mañana me desperté por el tono de llamada de mi celular. Me extrañó ver el número que me llamaba, era Giuliano. ¿Qué le había pasado?

Apenas atendí le dije lo primero que me pasó por la cabeza. —¿Giuliano? ¿Estás bien?

Luego me contestó y noté que estaba borracho.

—Avrilllll ¿cómo has estado cariño? No puedo decir que no te extrañé —había voces de fondo, reconocí a Bowery y a... ¿Fabrizio?—. Quiero volver a besarte y a agarrarte de ese pelo tan hermoso que tienes. Por favor, ven conmigo.

—Giuliano, estás borracho. Por favor, no sigas. Probablemente mañana te arrepientas de es... —me interrumpió sin terminar la frase.

—Sh, callate nena eres muy charlatana. Ahora entiendo por qué te había cortado.

Me dejó paralizada. —¿Qué?

Luego no me contestó, escuché que había varios gritando su nombre y luego gritó como si hubiera tomado algo ardiente. Probablemente era un shot de vodka.

—Amor cuídame por favor. Esta botella de vodka que ves aquí —estaba muy mal—. Oh cierto que no la ves, soy un estúpido. Bueno, me he tomado media botella de vodka por tí. Ven y protégeme, por favor.

Quería decirle que sí, pero no podía olvidar a la otra persona que amaba, ese cariño de fondo me hería cada vez que lo recordaba...

Además, no sabía dónde estaba.

Escuché murmullos de fondo ¡El borracho enamorado! ¿Así, sin remera quieres recibirla? miles de bromas y risas, hasta que una broma no me dio para nada risa. Avril y Vlair, ¿cuántas mujeres quieres tener Giuliano?

Avril y...

Vlair.

woodvaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora