Capítulo 26

1 0 0
                                    

Vlair

¿Qué era lo que decía Coryo que tenía que hacer en estos momentos?

Respira hondo, reconoce lo que te pasa y cierra los ojos.

Luego sólo tantea algo con tus manos que te relaje, debes mantenerlas ocupadas.

Abre los ojos, céntrate en un objeto y piensa en buenos momentos. Repite la misma frase para ocupar tu conciencia "Todo estará bien, tranquila Vlair".

Empezaba a normalizar mi respiración. Mi celular seguía entre mis manos y aún no era capaz de contestar a lo que Gael me había mandado ¿cómo iba a hacerlo? Era demasiado difícil de pensar. Mi padre está internado y yo no puedo ir a verlo. ¿No suena increíblemente genial? No. Es horrorosamente malo.

Seguía sin estar igual, así que seguía pensando en buenos recuerdos. El día de pesca con papá, la vez que casi quemamos la casa intentando cocinar para mamá y papá. Las salidas con mis hermanos. El día del lago con Giuliano...

Mi cuerpo experimentaba un calor abrasador por todas partes. En ese momento, me sentía como en un horno ardiendo.

Lo primero que hice fue responder a Gael con un ¿qué? porque la verdad es que necesitaba saber cómo había ocurrido. No podía haber tenido un ataque del corazón de la nada.

Estuve diez minutos sentada en el piso esperando una respuesta que no llegó. Cuando ya estaba un poco mejor, decidí levantarme y ordenar un poco. Necesitaba tener la mente ocupada para no sobrepensar todo. Porque ahora quería volver a Woodvale, cancelar este Curso de Idiomas y ver a mi padre. Aunque no podía hacerlo, ellos lo habían pagado con lo poco que ganaban e incluso tuvieron que trabajar doce horas al día para costear todo.

Me sentía una inútil. Estaba a kilómetros de ellos sin poder hacer nada, en una ciudad completamente desconocida donde solo había dos personas que existían en mi vida, Giuliano y Bowery —que en realidad ni siquiera era mi amigo—.

Una vez que ordené todo volví a chequear mi celular, porque esperaba noticias de Coryo, Gael o mi madre —parecía que mis otros tres hermanos no se habían enterado todavía— y no tenía respuestas de ninguno.

Estaba por rendirme cuando me llegó un mensaje de Lyon, que abrí al instante.

Estamos en la guardia de la clínica. Coryo, Gael y mamá están en una sala (o eso creo) con los médicos. A mí no me han dejado entrar, Benja y Agos aún no han llegado, se quedaron cuidando el mercado. Intentaré mantenerte actualizada, los demás no creo que agarren siquiera el celular. Tranquila Vlair, papá saldrá de esta. Te quiero.

Le respondí lo más rápido que pude.

Gracias Lyon, te aprecio mucho. Dime lo que puedas, no es necesario que estés constantemente con el celular.

Me respondió con un sticker.

En ese momento me llegó un mensaje de Giuliano preguntándome si aceptaba el puesto en su restaurante. Lo acepté al instante, necesitaba mantener la mente ocupada porque si no esto me mataría. También agregué que lo adaptaría a mis horarios del curso, mientras no me complicara los estudios. Me respondió con un sticker de un oso con un corazón. Yo le correspondí con otro corazón.

Salí de mi departamento en busca de aire. En realidad, tenía la idea de ir a la panadería que estaba cerca del edificio a comprar unas medialunas, pero también necesitaba respirar otro aire. Mentalizarme que todo iba a estar bien, que no me tenía que preocupar por más difícil que sea.

Llevaba puesto un vestido blanco con detalles de colores que había hecho mi hermana, Agostina, cuando estaba practicando la costura.

Una vez que compré las medialunas fui a la playa y busqué un lugar vacío —estaba repleta de gente, ya que era la temporada alta— y me senté en la arena a comer medialunas mientras escuchaba música y admiraba el mar. En estos momentos, podía admitir que amaba estar sola.

Esto era lo que deseaba entrar en mis pensamientos y relajarme. Sin nadie, sin ninguna persona por la que preocuparme tampoco buscaba escuchar una voz.

Desde que era chica, cada vez que venía a November de vacaciones gritaba como una rebelde porque quería ir al mar. No quería nada más. Mis padres insistían en que al menos teníamos que llegar al lugar que alquilábamos y luego ir a la playa.

Mazo menos a las tres de la tarde, los guardavidas empezaron a desplegar banderas de color negro, anunciando que una subida del mar llegaría pronto y que se mantenieran alejados debido a una posible tormenta. El cielo ya se estaba nublando, así que decidí que lo mejor era volver al departamento que me proveía el Instituto y descansar. La verdad, descansar era lo que más estaba haciendo desde que había llegado a November y la realidad es que me estaba mentalizando para todo lo que se venía. Enero y febrero iban a ser meses cargados, y lo peor sería el final de febrero. Giuliano vivía aquí, yo vivía en Woodvale. Tendría que volver a mi pequeña ciudad, arrastrando conmigo nuestra relación, ¿cómo sobreviviría? No sabía siquiera si éramos capaces de mantenerla hasta marzo, así que mi preocupación la iba dejar para cuando estuviésemos pronto a tomar dos rumbos completamente diferentes.

Abrí los ojos sin saber ni qué hora ni qué día era. Estaba de lo más perdida y creo que me había quedado dormida. Tenía las marcas de la almohada en la cara y mi celular —que estaba debajo de mi cabeza— estaba vibrando.

Como pude agarré el celular y me forcé a mantener los ojos abiertos y atender. No sabía ni quién era el que estaba del otro lado.

—Vlair —reconocí la voz de Coryo—. Papá ya está mejor. Aún no ha despertado y sigue en cuidados intensivos, pero los doctores nos han dicho que se recuperará.

Estaba llorando, pero no de tristeza si no de felicidad. A veces pensaba que la expresión llorar de felicidad era algo que solo se veía en la ficción, pero ahora notaba que podía ser real porque yo lo estaba experimentando.

—Que bueno —mi voz seguía ronca a causa de dormir—. Me encantaría estar allá, ayudándolos.... pero no puedo.

—Tranquila Vlair, tú estás en November porque debes estar ahí. Nosotros podemos cuidar de papá y de mamá. No malgastes tu esfuerzo y el de ellos. Si alguna vez piensas en volver, acuérdate del esfuerzo de ellos.

Me había dejado sin palabras, incluso mi garganta se sentía áspera. Como pude le respondí.

—Tienes razón, Coryo. Gracias.

Nos despedimos y luego corté el teléfono.

Liberé mis manos y me estiré. Empecé a pensar en todo, principalmente en la vida que estaba dejando atrás. En mis hermanos, que tanto extrañaba. En mis perros, que todo el día me despertaban subiéndose a mi cama y lamiendo mi cara. Lo único que tenía ahora eran anécdotas y nostalgia. Por un lado odiaba no estar en Woodvale, por otro me sentía agradecida de estar en November. Sabía que mi lugar en el mundo no iba a ser en mi pueblo natal. Tenía que aspirar a más.

Aunque eso implicara perder todo lo que amaba.

woodvaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora