Capítulo 22

1 0 0
                                    

Avril

—¿Pensabas que no me iba a dar cuenta? —Esa fue su primera pregunta. ¿De que? ¿Sabía que los había escuchado? Técnicamente yo había hecho todo lo posible para que no me vieran, aunque Joaquín podía verme. January no, estaba de espaldas a mí.

Lo único que podía hacer era fingir que nada había pasado.

—¿De qué hablas?

Me agarró del mentón para acercarme a él y yo me alejé por reflejo.

—Venga Avril, no tengas miedo. Vi perfectamente como te ocultabas para escuchar lo que decíamos con January.

Estaba acabada, pero todavía no entendía por qué tanto drama.

—No sé lo que le has dicho.

Me tomó por sorpresa cuando levantó su mano derecha y me golpeó una cachetada. No pude reaccionar de lo sorprendida que me había dejado.

—Odio las mentiras Avril —otra vez se acercó a mí—. Espero que no vuelvas a cometer estos errores de escuchar conversaciones ajenas —su mirada parecía muy diferente a la que siempre tenía—. Llegas a contar algo a cualquier persona y lo pagarás. Espero que eso te haga aprender.

No respondí. Al contrario, me acerqué hacia la puerta y cuando iba a salir me agarró de la mano y me atrajo hacia él de nuevo.

—Irte sin responder es una falta de respeto, ¿dónde quedaron los modales?

Me estaba pidiendo modales cuando me había golpeado hace instantes. Irónico.

—Bien.

Justo en ese momento se escuchó la voz de mi madre en la casa, por lo que Joaquín me dejó libre.

En la noche me acerqué a la pileta y puse las piernas en el agua. Siempre ha sido mi manera de relajarme y sacarme el estrés de encima.

Empecé a meterme aún más profundo. Nadar hacía que dejara todo lo que sentía en el agua. Estos síntomas, mi necesidad de volver a Northern Branca aunque no quisiera, las amenazas de Joaquín...

Aún no había hablado de nada con mi madre porque no me sentía preparada. ¿Cómo le explicaría que su sobrino favorito estaba con una menor y, encima, me había golpeado para amenazarme? ¿Existía manera de que entendiera que ni siquiera un médico supiera lo que me pasaba?

Salí del agua y respiré el aire para recuperar el oxígeno que necesitaba. Mientras me acomodaba el pelo escuché a alguien moviendo el agua detrás mío. Era Alejo.

Tenía una malla negra y una musculosa blanca. Estaba sonriéndome con las piernas hasta la rodilla en el agua.

—Qué tal Avril.

Alejo siempre había sido una especie de caja donde yo escondía mis secretos aún más preciados, pero el tema sobre Joaquín no sé cómo se lo tomaría. Él amaba a Joaquín y siempre terminaban jugando juegos juntos, por lo que no podía arruinar esa mística entre ellos. Lo que sí podía hacer era contarle todo lo que había pasado unos días antes con Giuliano —persona que quería olvidar, pero era necesario sacármelo de encima para olvidarlo— y... no sabía si contarle sobre los estudios médicos y lo que me pasaba.

Me acerqué a él nadando y cuando estaba lo suficientemente cerca del borde me impulsé para subir al piso y sentarme junto a él.

—Pues... la vida está siendo un poco dura en estos días.

La verdad que no era capaz de entender cómo en tan poco tiempo a una persona podía pasarle tantas cosas. Si pensaba en tan solo las últimas tres semanas todo había sido duro. Giuliano había decidido terminar conmigo —y, a medias, engañarme—. Luego tenía estos síntomas que no sabía ni por qué habían aparecido. Además, estaba bajo amenaza. Genial, la vida era buena.

—¿Por qué? —Antes de dejarme hablar aclaró— y no digas no sé.

—Giuliano me dejó. En realidad, dio a entender que terminamos. Nunca ni él ni yo le dimos fin a esto, pero su última llamada fue como un "ok, terminamos."

»Además, creo que me estaba engañando aunque no lo sé. Todo lo que pasó de ahí en adelante me da a entender eso.

Por sorpresa, Alejo antes de contestarme se sacó la musculosa y se tiró al agua. Salió para apoyar sus brazos en el borde de la piscina y seguir la conversación.

—Pues lo que yo pienso es que es un estúpido. Deberías ir mañana a una de las fiestas que hay en el boliche Granizo, el que está llegando a Mud's Sea, así puedes olvidarte de ese idiota.

Dios, Alejo podía ser tan chistoso y tan sentimental a la vez. Me provocó un poco de risa, lo que hizo que terminara tosiendo de nuevo.

—Bueno, a parte de eso —hablaba mientras tosía—. Fui al médico por esto. Me atendieron en la clínica y me dijeron que tengo que volver a Northern Branca.

—¿Por qué?

—En realidad me habían dicho que sacara turno para hacerme unos estudios, pero eran turnos para dentro de unos meses por lo que iba a ser inútil. El verdadero problema es que no sé cómo afrontar a mamá y contarle sobre esto.

—La verdad será complicado, pero te puedo ayudar —dios, Alejo era tan voluntarioso.

No quería seguir exponiéndome, así que ahora yo le iba a preguntar a él.

—Bueno Alejo, ¿cómo va todo con Julián?

Capaz eran mis ojos que me fallaban, o capaz noté como se ponía nervioso y las mejillas se le tornaban de un color granate.

—Pues estamos avanzando un poco. La otra vez le mandé un video un poco cariñoso y me lo likeó. Posteriormente le dije que no me likee más las historias, aunque lo hace en forma de chiste. En respuesta, me dijo que él era el único que me podía toxiquear. Estoy un poco confundido, porque sigue teniendo novia pero no sé si yo también le gusto. Nunca se pronunció verdaderamente como homo o bisexual, pero siempre hace chistes al respecto.

—Si te soy sincera, yo en cuanto al amor no puedo ayudarte mucho, no soy la persona con más suerte precisamente.

—Bueno es verdad —dios, no sé por qué me molestaba que me diera la razón si yo misma lo había admitido—. ¿Chapuzón?

—No de vuelta, ya me estoy secando.

—Escuche un sí.

Entonces me tiró a la pileta y no me resistí. Me mojé con él y terminamos compitiendo por quién llegaba de punta a punta más rápido.

Este era un pequeño momento de felicidad, en tantos días de malos momentos.

Alejo era una pieza vital en mi vida, y esperaba nunca perderlo.

woodvaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora