Capítulo 17

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Avril

Mi vida no hacía más que empeorar.

Mi madre había estado estresada por unos cuantos días, mi primo llegaba del norte para quedarse unos días con nosotros en la ciudad costera —que por cierto era donde había nacido— y ella parecía una excesiva con lo perfeccionista. Además, ella no es la que hace todo ni donde recae todo. La culpa de todo siempre era yo. Si, yo era el problema.

Cada parte de mi corazón parecía fragmentarse aún más por cada momento que pasaba, a este paso iba a terminar siendo polvo.

No podía parar de pensar en todo. La voz de mi madre me aturdía y yo recordaba a Giuliano y a la última llamada, esa voz diciendo cariño... ¿Quién era ella? ¿Era igual que yo? ¿Tan rápido se había conseguido a alguien que me reemplazara? ¿Me estaba engañando desde antes?

Mi cabeza maquinaba a mil por hora y me sentía un fracaso en la vida. En estos momentos lo único que quería es que las siguientes semanas pasaran lo más rápido posible. La semana de Navidad, la de Año Nuevo, enero y febrero. Seguir pensando en esto me arruinaba la cabeza.

Limpiando los platos para guardarlos sentí un impulso de tirarlo al piso y destruirlo. Necesitaba descargar mis emociones con algo y me estaba conteniendo. No sabía si eso era mejor o peor que lo anterior.

Debajo de los platos había una taza de vidrio. Oh sí, esa maldita tasa con toques verdes y rojos que Giuliano me dió cuando cumplí los dieciocho.

La lancé al piso y, en cuanto explotó y se destrozó en pedazos, tanto Alejo como mi madre acudieron a ver lo que había pasado.

—Se me resbaló. —lo dije como si fuera verdad. y era mentira. Por lo menos me había desquitado.

Mi madre asintió y se fue, Alejo me miró confuso —creo que sospechaba que no fue un accidente— pero luego fue hacia la pileta donde estaba con Julián y un par más de sus amigos.

Estaba muy nerviosa y, además, hace unos días que venía levantándome con un hematoma nuevo cada día. Lo atribuía a mi capacidad de poder levantarme aún dormida sonambuleando por todos lados.

De vez en cuando tenía algunos mareos y dolores de cabeza, pero era totalmente normal. Estaba sufriendo, más de lo que quería.

—Avril, me iré a la florería. Cuida a tu hermano y procura que no haga nada raro con sus amigos.

—Bueno mamá.

Otra vez, yo era la responsable. Tenía dieciocho años, yo no era la madre de Alejo y por más que lo amara porque es mi hermano no me tenía que hacer responsable de él y sus amigos cuando ella había dicho explícitamente a las mamás del grupo de amigos de Alejo que se haría cargo de ellos.

Salí al patio y saludé a un par de sus amigos que habían llegado después, llamé a Alejo y le dije que tenga cuidado y que iba a estar en mi habitación. Necesitaba relajarme aunque sea un minuto.

Entré a mi habitación, cerré la puerta y me acosté. Puse una de las playlists que tenía sobre música indie y mis movimientos me llevaron hasta la galería. En concreto, a la carpeta que tenía un corazón.

Sonreía y lloraba a la vez. Todo lo que habíamos pasado desde ese primer momento luego del instituto. Habíamos llegado hasta aquí, donde ya no éramos Avril y Giuliano, ahora solo estaban Avril y por otro lado Giuliano. Personas que ya no tenían ningún vínculo.

¿Cuándo había empezado esto? Yo nunca le quise hacer daño, pero desde la fiesta se había comportado un poco raro. Él todo el tiempo me remarcaba que yo gozaba atacarlo con sus inseguridades, cuando nunca haría eso ni en mis sueños.

Si algo tenía que hacer en estas vacaciones era recuperarlo. ¿Pero cómo? Lo único que sabía ahora era que estaba con otra. Bueno, en realidad todavía podía contactarlo por las redes sociales.

Perfil de instagram no encontrado. Genial, me había bloqueado.

En Whatsapp tampoco tenía su foto de perfil y no le llegaban los mensajes. Me había aislado de su vida por completo.

Ahora que pensaba, sí sabía algo de él. Su maldita tienda de comidas cerca de la playa. En realidad, parecía muy dramático y me tacharían de loca pero lo tenía que intentar. Pero ni hoy, ni mañana, la semana siguiente tenía que hacerlo. Debía dejar que tenga un tiempo para... pensar. Para darse cuenta que yo era mejor que cualquier otra chica que se pudiera conseguir en todo November.

Solté el celular porque un mareo empezó a atacarme. De nuevo, como los tres que ya tuve hoy. ¿Qué me pasaba?

No podía decírselo a mamá, pensaría que estoy haciendo esto para evitar hacer lo que me mandaba. Alejo no le daría importancia, y ahora no tenía a nadie más para contárselo.

Ya era de noche y al final terminé tomando la decisión de apuntarme a pilates por lo menos en el verano acá en November porque me sentía con esperanzas de que eso iba a ayudarme a mejorar e incluso capaz conocía a alguna persona de esta zona.

Cuando Alejo me dijo que la comida estaba lista me di cuenta que no había almorzado, mi última comida había sido a las nueve de la mañana. Dos tostadas con pasta de maní y dulce de leche, con un café con leche. Absolutamente nada más, y tampoco tenía hambre ¿qué me pasaba? Usualmente luego de tres o cuatro horas de comer algo tenía hambre por más que comiera toneladas y, si no comía en ese plazo, empezaba a sentirme un poco mal.

Pero hoy no. Esto estaba yendo muy lejos. Los mareos, el dolor de cabeza, los hematomas y esta desincronización alimenticia.

Algo estaba pasando, y no sabía qué.

woodvaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora