· V e i n t e ·

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La cena con Braxton compartiendo una cesta de patatas fritas y un par de hamburguesas, mientras su guardaespaldas se sentaba en silencio a nuestro lado, fue de lo más extraño posible.

Pero también agradable.

Hablamos de sus proyectos y por qué era importante firmar el contrato de la nueva serie. Quiere dar el paso fuera de las pantallas a las plataformas de streaming y lentamente alejarse así del foco mediático de Hollywood.

Yo le hablé del instituto y cómo me estaba costando adaptarme al ritmo de estudios.

—Si necesitas ayuda o contratar a un tutor personal, dímelo —dijo en su momento—. Este instituto puede abrirte las puertas a cualquier universidad. ¿Has mirado ya las pruebas de acceso?

Después de comentar las diferentes universidades a las que podría ir y cartas de recomendaciones que pudiese conseguir, me sentí lo suficientemente cómoda como para hablarle del grupo de teatro y con ello de Helen, que iría a la fiesta.

Al final, la cena con él fue bien... Excepto por el grupo de gente joven que nos estuvo sacando fotos y dos mujeres que se acercaron a pedir autógrafos.

—Claro, os lo firmo —dijo Braxton—. Pero si me disculpan después, estoy cenando con mi hija.

Todavía repaso mentalmente cada detalle de la cena. Ha sido lo más cerca que hemos estado desde... nunca.

Y ahora estoy aquí, tratando a duras penas de cerrar la espalda del vestido blanco que he escogido para la fiesta con la muñeca todavía vendada y sintiéndome como una inútil.

Derrotada, suspiro y me acerco al espejo de cuerpo entero que hay en la habitación. Tengo los mechones de pelo que cuidadosamente Fleur me colocó antes de ir a arreglarse ella misma, revueltos y tapándome la cara a causa del esfuerzo. Las mejillas encendidas y los tirantes cayendo por los hombros.

Es un vestido bonito, ceñido al cuerpo y con una pequeña apertura a la altura de la rodilla.

¡Pero no consigo cerrar la maldita cremallera!

Todavía tengo los otros trajes de las marcas de ropa. Fleur los dejó en el vestidor. Quizás sea mejor cambiarse a uno de ellos. Uno que no tenga un estúpido cierre en la espalda.

Comienzo a bajarme los tirantes mientras camino hacia donde están los demás ya que el tiempo se me echa encima. La fiesta ya debe de haber empezado.

Tengo el vestido atrapado en las caderas cuando escucho que llaman a la puerta.

—¿Novalee?

—¡Un seg...! —Comienzo a responder.

Pero me callo porque no sirve de nada, y Oliver automáticamente abre la puerta.

Me llevo automáticamente las manos al pecho para taparlo, ya que no llevo sujetador, mientras él aparece en la habitación.

Su expresión, como la mía, es todo un poema. Se queda prácticamente petrificado a unos metros de mí, con la boca literalmente abierta. Mis mejillas comienzan a encenderse.

—¿No te han enseñado que después de llamar a la puerta debes esperar a que te den permiso antes de pasar?

—No eres la más indicada para recriminarme eso, ¿no crees?

Después de entrar dos veces a su habitación y verlo completamente desnudo, tiene su punto.

Sus ojos bajan unos segundos por mi cuerpo y la forma en que me mira hace que el calor me invada al completo. Es como si solo con la mirada pudiese transmitir que le gusta lo que ve.

Seamos Un Para SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora