· C u a r e n t a & U n o ·

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La casa está en silencio cuando entramos. Solo se escuchan nuestras risas apagadas, mientras Mateo camina haciendo eses hacia las escaleras e Ethan y yo nos tapamos la boca con la mano, como si temiésemos despertar a alguien.

Ni siquiera la hamburguesa con patatas que se ha cenado en el coche de camino a la casa ha ayudado a que le bajara el alcohol, pero nada será mejor que una buena cabezada. Al menos fue divertido ver el horror en la cara de Asher cuando se dio cuenta que éramos tres contra uno, y que tendría que dejarnos comer dentro de su preciado coche.

Espero que nunca descubra la mancha de ketchup en el asiento trasero. Por mi propio bien.

—Ha sido una noche fantástica —admite Ethan—. Ojalá pudiera quedarme aquí una semana entera.

Pero su vuelo a casa sale mañana. Los dos somos conscientes.

No puedo evitarlo y le doy un fuerte abrazo.

—Quiero que el tiempo pase rápido y volver a verte de nuevo.

—En realidad tu padre me invitó a pasar el verano aquí —revela de la nada, como si no fuese algo increíble—. ¡Lo difícil va a ser convencer a mi madre!

—¿Lo dices en serio?

Ethan asiente y terminamos de subir las escaleras. a nuestras respectivas habitaciones. Mateo ya está en la suya y yo me despido de mi amigo.

—Dormiría contigo, amore mío, pero roncas —comenta a modo de broma.

—¿Qué dices? Yo no ronco.

Ethan me lanza una mirada circunstancial y aprieta los labios para contener la sonrisa.

Espera, ¿va en serio?

—Descansa, Nova —se despide con un guiño.

Pero yo no ronco. Porque si lo hago... significa que Oliver me escuchó roncar anoche. Mierda.

Cuando paso delante de su puerta me quedo quieta unos segundos, tentada a abrirla. Pero es tarde y no quiero despertarlo, así que lo dejo pasar y entro a mi habitación.

Me quito todo el maquillaje de la cara, pero es imposible, así que decido vencer a la pereza y darme una ducha. Tras anudar el pelo en un moño alto, porque no voy a lavar a estas horas, me doy cuenta que tengo algo de sed. Seguramente Mateo haya llenado la nevera con su zumo para las resacas, así que bajo a la cocina a por algo.

—Efectivamente —sonrío al abrir la nevera y ver varias cajas en el estante más alto—. Muchas gracias, hermanito.

Tomo un gran vaso y vuelvo a subir. Está todo a oscuras, así que no puedo evitar pegar un pequeño grito cuando veo una figura bajar sigilosamente por las escaleras.

—Mierda, Mateo —me quejo—. ¡Qué susto me has dado!

—Y tú a mí —se queja él, que parece un poco más sobrio—. Parecías un fantasma con esos pelos de loca.

—¿Qué haces bajando tan sigiloso?

—Voy a por mi zumo. Se me olvidó llevarme un vaso para mañana.

—Ah... Sí, yo te he robado un poco.

—Aprendes rápido, pequeño saltamontes —se burla.

Me despido de él y continúo el camino hacia mi habitación, pero apenas he entrado en el pasillo que va hacia ellas, me llevo otro pequeño susto. Solo que esta vez, la figura en las sombras me tapa la boca con la mano y aplasta contra la pared.

Frente a mí, Oliver sonríe con picardía. Tras asegurarse de que no grito, me suelta.

—Bonito peinado.

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⏰ Última actualización: 16 hours ago ⏰

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