· Veinticuatro ·

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—No sé qué escoger. Me apetece la pizza, pero también la hamburguesa de brioche. Y las patatas con queso y carne...

Oliver me mira por encima de la carta y sonríe.

—¿Y si pedimos todo para compartir?

—¿Todo para compartir?

—Ya sabes, patatas al medio, y dividimos pizza y hamburguesa a la mitad.

Lo observo detenidamente mientras el estómago prácticamente me ruge del hambre. Estoy segura de que lo ha escuchado.

—Está bien. A medias.

Bajamos las cartas y un camarero llega para tomarnos nota. Me revuelvo en el asiento un poco incómoda. No por Oliver, sino por la gente. Desde que hemos entrado he tenido el presentimiento de que esto no era buena idea, y es que los ojos de al menos la mitad de los comensales se han vuelto hacia nosotros.

Justo igual que el día que cené con Braxton una hamburguesa.

Allí pensé que era por Braxton, pues es el famoso. Pero ahora él no está y... Me miran a mí.

Es incómodo.

Me hacen sentir incómoda.

—¿Estás bien? —Pregunta Oliver al notar mi actitud.

Allí, en el asiento acolchado del local, siento ganas de fundirme con el plástico rojizo y desaparecer. La gente no es nada discreta y es imposible no darse cuenta de que parezco un mono de fiera.

—Sí, no pasa nada —miento.

—Vale, ahora dime la verdad —replica Oliver.

Cada vez parece más complicado engañarlo. Es como si solo con mirarme, supiera leer mis emociones.

—La gente me mira —admito con la boca pequeña, mirando la mesa.

Asiente y pasa un rápido vistazo a nuestro alrededor. Después pregunta:

—¿Quieres irte?

Pero fue él quien me invitó a salir. Una parte de mí quiere decir que y salir corriendo. A la otra le gustaría disfrutar del momento, y una tercera tampoco quiere echárselo a perder. Podría haber ido con los demás compañeros a celebrarlo pero escogió trabajar y salir conmigo.

—Está bien, no pasa nada —vuelvo a mentir.

No parece nada conforme pero no insiste.

Debajo de la mesa, mi pierna no deja de moverse y los dedos de los pies se entrecruzan. Estoy nerviosa, soy consciente. Y por mucho que trate de controlar la respiración y relajarme, no puedo.

Tomo el teléfono para tratar de distraerme, pero no debí hacerlo. Una de las primeras noticias que me saltan en pantalla tiene mi nombre en portada.


"Novalee Scott y su novio celebran la victoria del equipo"


No puede ser. Ni siquiera ha pasado una hora desde que terminó el partido. Ni siquiera jugaba yo, pero... ¿ya somos noticia?

Mientras Oliver alterna entre mirarme preocupado y vigilar el local, hago clic en la noticia y paso el pulgar rápido por la pantalla. Mi mandíbula cae por el asombro.

No solo es un artículo sobre el partido del instituto y como asistí a verlo. También hay imágenes, y no de los jugadores que sería lo interesante.

Alguien, no tengo ni idea de quién, nos ha fotografiado a mí y a Oliver. Probablemente para una pareja no sería nada de lo que avergonzase, pero siento como si estuvieran rompiendo mi burbuja de intimidad con un cuchillo y a golpes.

Seamos Un Para SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora