T r e i n t a & C i n c o

2.8K 421 215
                                    


—Hola —susurro con timidez.

Oliver sonríe y se hace a un lado. Está usando un pantalón de pijama azulado y una camiseta de tirantes. Está cansado, pero aún así su mirada se vuelve amable cuando me ve.

Se hace un lado para dejarme pasar, pero mientras lo hago, me doy cuenta de unos moretones que hay en su piel y que la camiseta no logra tapar. Uno de ellos está en su hombro y se pierde bajo la tela.

Camino hasta el centro de la habitación. A pesar de estar pegada a la mía apenas he estado aquí. Tiene una cama enorme en el medio del cuarto, y una puerta que lleva al baño. El escritorio es pequeño, pero llama la atención porque se encuentra lleno de libros, apilados en filas desordenadas.

—¿Qué te ha pasado? —Pregunto.

Y aunque no señalo el qué, mis ojos se fijan descaradamente en sus heridas.

—Nada.

—Dijiste que fue solo un mal balonazo.

—Y lo fue, pero...

Alzo las cejas de forma inquisitiva y Oliver suspira.

—Digamos que Ben pega más fuerte de lo que parece. No creyó que el balonazo fuese sin querer, aunque no le culpo.

—Madre mía.

Me llevo la mano a la boca y me acerco más a él. Cuando agarro la tela de su camiseta para levantarla, no opone resistencia.

—Si quieres que me desnude no tienes más que pedirlo, princesa.

Bromea para quitar tensión al momento, y aunque logra que me entre algo de calor, lo ignoro.

—Es increíble —resoplo con enfado al comprobar que otro feo moretón se le está formando en el vientre—. Y querían expulsarte a ti.

—Supongo que eso es porque me defendí. ¡Tenía que quitármelo de encima!

De nuevo, vuelve a recurrir a un tono jocoso, pero sigue sin lograr que me despreocupe. Suelto la tela y suspiro, clavando los ojos en mis pies descalzos.

—Lo siento mucho.

Unos dedos suaves se colocan bajo mi barbilla y Oliver me obliga a elevar la mirada hacia él. Sus ojos verdes brillan con suavidad.

—Ni pienses que es culpa tuya, Novalee.

—Debería haberle dicho algo a Ben.

—No es tu trabajo educar a capullos. Y fue él quien decidió ir a por mí.

—Espero que al menos reciba un castigo.

—Le han suspendido del fútbol, así que se perderá el último partido. Su padre estaba bastante enfadado.

Me parece justo. Estoy a punto de relajarme cuando me doy cuenta.

—¿Y a ti? ¿También te han suspendido?

El fútbol es importante para él. Sé que quiere ganarse una beca. Por suerte, niega con la cabeza.

—El entrenador ha insistido en que me necesitan para ganar la final, y menos mal. Al final han cambiado el castigo a tener que ir los sábados por la mañana a ayudar en el campo para que todo esté en orden.

—Supongo que es mejor que una expulsión.

—De la que me iba, el director me amenazó con echarme si no paraba todos los balones en la final.

Se ríe. Está esforzándose para que yo esté tranquila, cuando es él quien ha acabado metido en un lío.

—Gracias por la flor.

Seamos Un Para SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora