· C u a t r o ·

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NARRA OLIVER

La chica se lleva las manos al rostro y se gira dándome la espalda, aunque llego a ver cómo abre la boca con sorpresa y sus ojos bajan hacia abajo durante unos segundos.

Sacudo la cabeza con una pequeña sonrisa en los labios antes de agacharme, tomar la toalla y volver atármela alrededor de la cintura.

—¿Buscabas algo, preciosa?

No sé por qué la he llamado preciosa. Iba a decir su nombre, pero al darme cuenta de que no lo sé me ha salido esa palabra.

Tampoco es una mentira. Aunque solo la he podido ver unos segundos, es una chica guapa. Pero eso no es lo importante.

—Lo siento —susurra mientras se vuelve despacio, todavía con las manos cubriendo el rostro—. Me he equivocado de habitación.

—Eso parece.

Ladeo la cabeza y ella hace el amago de mirar a través de los dedos. Contengo la sonrisa de nuevo cuando se da cuenta de que vuelvo a tener la toalla y finalmente puedo volver a ver su rostro.

Parece de mi edad, quizás algo menos. De pronto me percato de que la conozco de algo y en seguida encajan todas las piezas. Ya sé por qué no la había visto antes en esta casa.

También ayuda que su cara haya aparecido en todas las revistas sensacionalistas de la ciudad. He visto su foto incluso en las redes sociales.

Novalee Scott. La chica por la que me han llamado.

La chica a la que debo proteger.

Que sigue quieta en la puerta de mi habitación, observándome con los ojos muy abiertos.

—¿Y bien? —Presiono conteniendo la risa—. ¿Necesitas algo más?

Ella sacude la cabeza y aprieta los labios carnosos hasta formar una fina línea. Puedo apreciar el rubor cubriendo sus mejillas y finalmente soy incapaz de aguantar la sonrisa. Se filtra entre mis labios mientras continúo mirándola y ladeo el rostro. Eso hace que se ponga todavía más roja.

—No. Ya me voy. Adiós.

Se da la vuelta, sacudiendo su cabello a la espalda con fuerza, y sale de la habitación. Deja la puerta abierta y la sigo, dándome cuenta que entra en el cuarto que hay justo a mi lado. Una vez solo, mis hombros se sacuden dejando salir completamente la risa.

Joder. Menuda forma de conocernos más... especial. Me pregunto si sabe que seré su guardaespaldas, aunque no lo parece.

Termino de vestirme y deshago mi equipaje. No es que esté emocionado de haber aceptado este trabajo, pero es una oportunidad. Una que no se presenta todos los días, y sé que debo aceptarla. Solo será un año de sacrificio, lo que dure el curso escolar, y después podré irme.

Llaman a mi puerta alrededor de una hora después y bajo la pantalla del ordenador portátil.

—Adelante.

Fleur entra tímida y sonriente. Ella me cae bien. Probablemente sea la única persona en esta casa que me caiga bien.

—Hola, Oliver. Venía a ver si te habías instalado.

—Como puedes ver, ya he guardado todas mis cosas.

Señalo al armario y la maleta vacía a su lado. Tampoco tenía mucho que traer conmigo y ella lo sabe.

—El señor Scott quiere verte. Está en su despacho.

—Querrá discutir conmigo los detalles del acuerdo —suspiro, lanzándola una mirada de reojo mientras me recuesto en la silla del escritorio.

Seamos Un Para SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora