· C u a r e n t a ·

1.6K 303 156
                                    


Ethan y yo estamos abrazados y dando saltos en medio de la cocina, mientras Mateo nos observa con una sonrisa y bebe su café.

Cuando paramos para recuperar el aire y lo miro mejor, sigo pensando que esto es un sueño. La imagen de él en esta casa es extraña, pero encantadora.

—No entiendo nada, ¿qué haces aquí?

—Era una sorpresa.

—Pero, ¿por qué no sabía nada?

—Dios mío, Nova. Unos meses fuera de casa, ¿y se te ha olvidado la comprensión básica? Sorpresa significa que no deberías enterarte. Así yo puedo llegar aquí y gritarte, ¡sorpresa!

Sacudo la cabeza y vuelvo a abrazarlo. Mateo niega con la cabeza como si no tuviésemos remedio, pero no pierde la sonrisa.

Una vez vuelvo a quedarme sin aire, suelto a Ethan, tomo asiento y miro a mi hermano.

—¿Tú lo sabías?

—No, me enteré esta mañana cuando Daniel lo trajo refunfuñando por tener que madrugar para ir a buscarlo al aeropuerto.

—Todo un detalle, después de que mi vuelo se retrasase por cinco horas —interviene Ethan—. Por poco lo cancelan y no llego a tiempo para tu cumple.

Mateo me ofrece una servilleta y me doy cuenta de que estoy llorando, pero de alegría.

—Dios mío, no puedo creerme que hayas hecho esto —sollozo.

—Ni yo, pero no pude desaprovechar la oferta —confiesa—. Cuando tu padre habló conmigo, supe que debía poner todos mis esfuerzos en convencer a mis padres para que me dejaran venir.

—Espera, ¿mi padre?

—Sí. Bueno, más bien fue ese tal Daniel quien se puso en contacto. Ya sabes, el bajito con cara de necesitar un supositorio.

A nuestro lado Mateo no puede evitar soltar una carcajada. La verdad es que ha descrito de forma bastante acertada al hombre, pero mejor que no se entere de ello.

—Total, que sabía quien era yo, tu mejor amigo del alma, y querían intentar traerme para celebrar tu cumpleaños. Al principio mis padres se negaron porque ya sabes como son, puede que tenga que huir de casa para estudiar en la universidad. Pero entonces tu padre les hizo una videollamada, prometió que no nos dejarían solos en ningún momento y que incluso iba a contratar otro guardaespaldas más para cuidarnos. Y claro, ¿quién puede decirle que no a Braxton Scott? No es como si fuera un desconocido, es el padre de mi mejo y...

—Ethan, al grano, por favor —apremio.

Ya se me había olvidado lo mucho que hablaba.

—En definitiva, sí. Tu padre ha orquestado todo para que pueda pasar este fin de semana contigo.

—¿Cuándo?

—Hará unas tres semanas o así. Decía que no sabía qué regalarte, que no querías ni un coche, ni una fiesta... pero que sabía que te sentías solas.

Miro a Mateo, como buscando apoyo, pero él solamente me guiña un ojo.

Entonces, ¿Braxton no se había olvidado de mi cumpleaños?

—Por cierto, ¿dónde está el guardaespaldas buenorro? Me lo tienes que presentar.

Mi hermano por poco se atraganta por lo último de su café.

—Pues teniendo en cuenta que a ti te gustaban mayores, igual ahora prefieres a Asher.

Echaba tanto de menos a Ethan... más de lo que imaginaba.

Seamos Un Para SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora