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Veintisiete.

Lisa al fin había llegado a ese pequeño pueblo después de un largo viaje no tenía ánimos de estar atendiendo a esos niños pues para ella eran unos mocosos inservibles unos simples campesinos que debían haber muerto junto a sus padres pero debía actuar como la mejor esposa del Rey para que la gente la quieran más que al consorte real.

Lisa: maldita sea tengo que tocar a esos mugrosos, deben tener enfermedades o piojos, que asco.

Dijo mirando a muchos niños esperando por su llegada, habían muchos con sus caritas totalmente sucias y sus ropas rotas pero en sus pequeños rostro reflejaban mucha tristeza, temor y mucho dolor por haber perdido a sus padres pero estaban agradecidos de que el rey haya mandado ayuda para ellos, su alegría creció al ver el carruaje real detenerse frente a ellos.

Las damas que habían escuchado lo que la señora había dicho se quedaron totalmente sorprendidos Ya que jamás pensaron escuchar eso de una mujer que tiene un hijo, todas simplemente movieron la cabeza pero no dijeron nada ya que solo eran damas y no podían dar su opinión a la segunda esposa del Rey.

X: mi señora es hora que bajemos los niños ya esperan por usted además esos pequeños deben estar hambrientos necesitamos entregarles todos los alimentos que hemos traído para ellos.

Lisa: y qué están esperando bajen primero no es fácil para mí tener que aguantar a esos mugrosos por favor encárguense de que no se me acerquen ninguno de ellos.

X: como usted mande mi señora.

Dicho eso las damas bajaron primero dejando a Lisa atrás los niños esperaban ver al consorte real bajando por el carruaje ya que todos amaban mucho al consorte pero grande fue la sorpresa de todos cuando vieron bajar a una mujer bien elegante la cual portaba una corona correspondiente al rey todos quedaron totalmente desilusionados ya que no era la persona que estaban esperando realmente.

Los pobladores simplemente se quedaron mirando a la segunda esposa real ya que era la única mujer que podía caminar llevando aquella corona que correspondía al reino pero al ver su rostro de desagrado sabían muy bien que ella había sido obligada a ir a ese lugar no había ninguna comparación con la actitud del consorte real.

X: mi señora reciba nuestros saludos gracias por acudir con la ayuda que necesitan estos niños que han quedado completamente solos ya que sus padres perdieron la vida en ese terrible derrumbe.

Dijo un morador de ese pequeño pueblo quien había logrado dar cobijo a esos niños desamparados pero Lisa simplemente lo miro de pie a cabeza odio totalmente que se dirigiera a ella ya que para ella un campesino insignificante no tenía derecho siquiera dirigirle la palabra pero tenía que actuar adecuadamente.

Lisa: Bueno ya estoy aquí y por favor muestren algo de respeto soy la reina y como tal merezco respeto traje lo que necesita es triste que hayan perdido a sus padres pero la vida es así nada puede ser para siempre y mucho menos para gente como ustedes.

Dijo sin ninguna Piedad dejando a todos totalmente sorprendidos y mucho más decepcionados que antes, ya que jamás esperaron tremendas palabras tan ofensivas salidas de la boca de aquella mujer, que era la segunda esposa del Rey, aún recordaban cómo fue cuando el consorte real llegó a ese pequeño lugar, había sido muy cariñoso con los niños y había compartido la comida con muchos campesinos, sin ningún tipo de asco había disfrutado una simple comida con mucha alegría.

X: mi señora creo que no eran las palabras adecuadas para los niños, ellos han perdido a sus padres y lo que quieren es escuchar son palabras de consuelo de parte de usted.

Lisa: en primer lugar deja de decirme señora soy la reina y en segundo lugar yo no vine acá para dar consuelo a nadie ellos perdieron a sus padres y qué, yo no estoy aquí para llorar con ellos es mejor por una parte ya que los plebeyos iran desapareciendo de a poco, seguro deben estar muertos de hambre como siempre aquí les traigo algo de comer ojalá lo sepan disfrutar.

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