6

29 5 0
                                    

Max

—¿Entonces nos estás diciendo que pongamos un alto al movimiento?

Muchas caras desconcertadas me miraron en busca de una respuesta. Tras la acalorada discusión con el pingüino de Joshua Lyle llegamos a un acuerdo, solo que no sabía muy bien como explicar este acuerdo a mi equipo. Mi hermano Alex, había regresado con su novio, Oliver a casa y traían al bello de Dustin. Su perro golden retriever que adoraba mover su cola a todos lados y lamer a cualquier ser humano cercano.También estaban todos nuestros amigos y compañeros.

Había llamado a una reunión de emergencia para discutir los nuevos planes de nuestro clan, ya que esta nueva movida de parte del pingüino cambió bastante las cosas. Debía admitir que estaba sorprendida de su propuesta, en especial porque él como director de ese lugar debía conocer todas las áreas y saber lo que hacían con los animales. Sin embargo, parecía muy seguro de sí mismo cuando se ofreció a dejarme trabajar ahí. Como si supiera con tal certeza que su empresa no haría tal cosa.

Era su arrogancia, sus ganas de demostrar que tenía la razón aunque no la tenía.

Ahora me daba cuenta que Joshua Lyle debía ignorar todo eso, alguien le ocultaba ese tipo de datos y él andaba por la vida campante pensando que su empresa hacía las cosas bien. Ya quería ver su bonito rostro cuando perdiera.

—El pingüino propuso un plan

Cuando decía el pingüino, todos me entendían. Ese era el nombre de Joshua.

Comencé a explicarles toda la idea, lo que propuso él y cómo eso nos beneficiaría si queríamos encontrar más información importante. ¿Qué mejor haciéndolo desde dentro? Como dicen, mantén a tus enemigos cerca.

Podía buscar más pruebas, algo tan contundente que no podrían negarme nada. Estarían a mi merced y me pedirían misericordia, en especial Joshua. Era un tipo inhumano que parecía vivir de la forma más aburrida posible. Lo peor, parecía disfrutarlo.

Además, daba la impresión de odiar a los animales.

Por eso teníamos el deber de desenmascarar “La belleza de Atenea”, solo así obtendríamos el respeto de los demás. Nos escucharían.

Hubo varias discusiones, en especial de parte de mi hermano.

—¿Estás dispuesta a aguantar a ese imbécil por un mes? —habló Alex. 

Me encogí de hombros, sí era malo, pero solo era un mes.

—Encontraré la forma de soportarlo.

—Más te vale sacar jugo de esto, Max. Dependemos de ti en todo esto.

—Por eso mismo quiero hacerlo, si estoy dentro de ese lugar puedo encontrar algo jugoso, muy jugoso, Alex.

Dustin ladró en respuesta como si entendiera la situación. Me acerqué a acariciarlo detrás de sus orejas y él muy contento empujó más su cabeza contra mis manos. Miré a mi hermano en busca de aprobación, pareció aceptarlo con resignación.

—Vale, mientras no te enamores de ese pingüino estirado, todo bien.

Me resultó tan ridícula la idea que me eché a reír por lo alto. ¿Enamorarme de Joshua Lyle? Para que eso pasara o era el fin del mundo o alguien estaba poniendo amortentia en mi chocolate mañanero. O sea, imposible.

—Alex, hermano. Prefiero comerme las cacas secas de Lucifer a tener que ver con otros ojos a ese pringado.

Lucifer era nuestro gato negro. Era un gato muy lindo, pero sus cagadas eran tan monumentales que debíamos sacar bolsas llenas de ellas. Oliver se echó a reír.

La manifestación del amor | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora