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Max

Mi nuevo enfoque esta vez era volver loco a mi jefe. Desde el fin de semana tan extraño que tuve al lado de mi hermano, Tom y él, mi nueva estrategia para acabar con esa tensión extraña entre ambos era pretender que me gustaba Joshua Lyle.

Por alguna extraña razón fue divertido verlo tan nervioso en el albergue, después de que yo confesara esa mentira. Si estaba celoso o no, solo quería molestarlo. Me estaba divirtiendo mucho en realidad.

El otro día, llegué tan temprano que cuando Josh llegó la oficina me vio y prácticamente salió corriendo para cerrar la puerta. No pudo evitarme por mucho tampoco, yo llegaba con su taza de café justo como le gustaba y decía decir cosas como: «Esta mañana se sentía muy sola, ahora veo que era porque lo extrañaba a usted, jefe».

Como era de esperarse, Joshua no dio una respuesta a mi coquetería y pidió con una voz muy ronca que saliera de la oficina y dejara de decir comentarios innecesarios. Ese día decidí llevarle una flor. Sin tocar la puerta entré y me acerqué a su escritorio. Enseguida se puso tenso al verme.

—Maxine, ¿qué te he dicho de entrar a mi oficina sin tocar?

—Lo siento, solo quería...

—Si vienes con otra declaración de amor falsa, no estoy de humor.

Junté mis cejas decepcionada. Puse la flor de girasol en su escritorio. ¿Por qué era tan amargado? ¿No podía divertirse un poco y seguirme el juego?

—Quería alegrar tu día con este bonito girasol.

Josh miró la flor como si le estuviera ofreciendo drogas.

—Soy alérgico a las flores.

—¿Ah sí? No recordaba eso, parecías muy cómodo esas veces que estuviste conmigo en la floristería.

—¿Qué es lo que quieres lograr con todo esto? —por fin preguntó.

Si era honesta, me gustaba molestarlo. Lograr ver a través de esos muros siempre pone. Sonreí.

—Conocerte más, ¿acaso es algo malo querer conocer a alguien que te gusta?

Puso sus ojos en blanco.

—Yo no te gusto, Maxine.

—¿Por qué no me crees? ¡Es real!

—Eres la peor actriz.

No estaba dando mi mayor esfuerzo, así que me acerqué a su escritorio. Uno de mis últimos recursos en estos días, mientras más me acercara a su espacio personal, parecía que Joshua Lyle no podía concentrarse en nada.

Incliné mi cabeza, viéndolo con atención.

—Dime que te gusta entonces, sé que amas el café. ¿Qué otra cosa más?

Sus ojos que eran justo ese tono oscuro de café, me observaron.

—No entiendo para qué quieres esa información.

—Solo dime.

Se lo pensó unos segundos antes de responder de forma monótona y fría:

—Me gusta que no me moleste una chica de cabello azul.

Suspiré con pesadez, realmente era difícil de conquistar. Lo cierto era que mi reciente interés por él también se debía a que tenía un par de entradas para un juego de basquetball y no tenía con quien asistir. Mi hermano y Oliver estaban ocupados siendo la pareja más linda del mundo mientras que yo estaba más sola que un ogro en su pantano. Ojalá pudiera decir que tenía amigos, pero tampoco era el caso.

La manifestación del amor | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora