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Max

Estaba estúpidamente enamorada del chico que hacía un par de meses estaba dispuesta a destruir. Lo peor de todo era que ni siquiera sabía cómo logró meterse en mi piel. Como una clase de embrujo. ¿Había sido cuando me dio esa flor para pedirme disculpas? ¿O cuando me rescató de caer en aquel árbol?

Había demasiados momentos y podía recordar cada uno de ellos. Ahora los guardaba en un cajón con llave.

Los últimos días habíamos ocultado nuestra relación. Al menos hasta que la entrevista saliera a la luz y el doctor Williams fuera arrestado por mentir y hacer fraude, no podíamos hacer nada que comprometiera la misión. "La belleza de Atenea" era una empresa muy famosa que había crecido en los últimos años después de la llegada de Joshua.

Él había sido su director ejecutivo por años y su trabajo era impecable. Así que me parecía injusto que todo su trabajo se viera manchado por otras personas que habían decidido hacer las cosas mal.

¿Por qué las personas buenas pagaban por las acciones malas de otros? No lo entendía.

Sin embargo, Joshua me había dicho que estaba bien con ello. Si tenía que dejar la empresa lo haría. Yo no estaba contenta con esa idea.

Quizá por eso estábamos aprovechando los últimos días, saliendo a escondidas como dos adolescentes tontos y enamorados. El próximo lunes saldría todo a la luz y los problemas nos arrastrarían. Estaba segura.

Josh estaba saliendo del auto, miró a Kennedy qué parecía observarnos con curiosidad. Nos estaba dejando en una playa.

—Tenemos que... ya sabes, investigar — mintió Josh.

Buscó mi mirada por ayuda. Yo junté mis labios tratando de no echarme a reír en ese momento. Josh era demasiado lindo cuando mentía. Se le daba terrible.

—Oh si, cerca de aquí, queríamos entrevistar a unos testigos.

No sabía si mi mentira tampoco ayudaba. Kennedy estaba acostumbrado a acompañarnos a todos lados y seguro le parecía extraño que de la nada, su jefe prescindiera de sus servicios para dejarnos solos.

Él juntó sus cejas.

—Okay, señor Lyle. Si necesita ayuda no dude en marcarme.

Josh asintió.

Kennedy se fue, no sin antes mirarnos con sospecha. Era demasiado obvio que no se creía ni una palabra que habíamos dicho.

—¿De verdad crees que lo mejor es mantener a Kennedy al margen? Estoy segura de que no le molestaría ocultar esto.

—Sé que es leal, pero aun así...

Caminamos alrededor de un muelle donde podíamos ver lo vasto que era el mar. Había un par de botes qué tenían el negocio de llevar a las personas a dar un paseo. Ya era casi media tarde, pero el sol se veía hermoso.

Josh caminó a mi lado, con sus manos en los bolsillos.

—Eres un mentiroso terrible.

Rodó sus ojos.

—¿Puedes culparme? Nunca lo hago.

Y esa era una de las muchas cosas que me gustaba de él.

—Yo puedo enseñarte.

—Eres una mala influencia.

Abrí mi boca para refutar eso, entonces él se echó a reír. Su risa seguía sorprendiéndome, como si fuera algo que deseaba cada vez escuchar más.

La manifestación del amor | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora