Capítulo 6. El deseo de junio. Parte 2.

6 2 0
                                    

Asher.

El viaje de regreso a casa se lleno de miles de anécdotas que Ji-a se muere por contar a Dimitri, y su tía Esther. Esta vez el viaje se hizo rápido, en unos segundos estábamos de nuevo en casa esperando a que Dimitri llegase, cuando por fin lo hizo Ji-a se abalanzó sobre él diciéndole lo genial que fue conocer Nueva York. Él la abraza expresándole lo mucho que la extraño.

Junio llegó con grandes sorpresas que no esperábamos, mientras Dimitri tenía que lidiar con las reuniones con su abogado a la vez que hacía malabares con sus turnos en el hospital, Ming Han, la madre de Ji-a llegó de visita. Ji-a se alegró bastante al verla, hace siete meses que Ming regresó a Corea del Sur para estar con sus padres y desde eso tiene poca comunicación con Ji-a. Después del recibimiento y una que otra anécdota, no se hace esperar para contarnos la razón por la que volvió.

-Ahora que Ji-a no está presente, debo decirles a qué he vuelto. – Dice en un tono calmado, anticipado al caos. Dimitri pregunta la razón y ella revisa su bolsa de mano sacando unos documentos y entregándoselos. -Si no puedes hacerte cargo de un paciente, ¿cómo puedes hacerte cargo de nuestra hija? – Pregunta de forma irónica. -Además, cuando te arresten ya no podrás estar con ella, así que lo mejor es que me entregues la custodia de la niña. – Dimitri revisa los documentos mientras la escucha. Yo la miro de forma despectiva suprimiendo el enojo que siento.

-Bien Ming, lleva el caso a la corte si es lo que quieres, si es para lo único que viniste puedes irte. – Dice el caminando hacia la salida. Ella lo sigue mientras me acerco a Dimitri tomando su mano. Ella lo ve y me mira con rabia.

-Siempre supe que son una mala influencia para mi hija. – Añade.

-Siempre supe que eras una perra. No te importa lo que sienta Ji-a, ni lo traumático que será pasar de nuevo por un juicio. – Menciono dando unos pasos hacia ella. – Largo. – Abro la puerta para que se vaya.

Dimitri la pasó fatal durante el mes, su abogado nos dice que hasta que no halla una terminado el caso de responsabilidad médica decidir sobre el futuro de Ji-a es apresurado, nos sugiere dejar que Ming continue visitándola mientras se encuentre en Toronto hasta resolver el caso.

En el trabajo llega el cumpleaños de Clade, y él decide realizar una reunión invitando a sus compañeros de confianza y sus familias, así que los tres fuimos para compartir con él, eso ayuda a que Dimitri pueda distraerse con algo más que no sea el hospital, el abogado y Ming. Ji-a es cuidada por mi hermana y eso hace que Dimitri pueda soltarse un poco. Clade deja que beba bastante mientras yo trato de conversar y mantenerlo con cuidado.

-Gracias por traerme. – Dice ya ebrio tratando de abrazarme.

-Eres mi esposo, no tienes por qué preocuparte. – Menciono llevándolo a una silla en el patio trasero mientras mis compañeros nos observan.

-Eso no es cierto. Tú... no... eres mi esposo. – Dice con un poco de dificultad.

-Para mi ya lo eres... - Respondo terminando con un beso en su frente. Esculca en sus bolsillos y dejar una caja negra.

-Soy un idiota. – Añade mientras se precipita a tomarlo rápido. – Se qué no debería... estoy borracho... - Trata de articular sus palabras. Se levanta con la caja en mano mientras trato de entender que sucede. -Se que... amm, todo es un desastre ahora... - Dice y abre la caja dejando ver la sortija. -Tú.... Quieres... - Respondo un con beso en sus labios mientras mis compañeros aun observándonos aplauden.

-Te acompañaré en cualquier desastre en el que te encuentres. – Susurro a centímetros de sus labios.

A la mañana siguiente decidí no ir a trabajar, me levante y llamé a la escuela de Ji-a para reportar que no iría, la desperté y mientras preparaba el desayuno para los tres le conté que su padre me había pedido matrimonio.

-No entiendo, ¿hay diferencia con lo que somos ahora? – Pregunta.

-No, pero con tu padre sí. Ahora será mi esposo. – Respondo.

-¿Y ahora serás mi padre de verdad? Ya había dicho a mis compañeros que tengo un padre, una madre y un padre a medias, ¿ya puedo decir que también eres mi padre de verdad? – Sonrío al oírla.

-Creo que para eso tendría que adoptarte y, no creo que tu madre lo permita. – Le explico.

-¿Y si se lo pido?

-La verdad lo dudo, yo no le agrado.

-Lo sé, es porque no sabe lo bueno que eres conmigo. – Dice con una sonrisa. – Oye, papá, si no iré a clase, ¿A dónde iré? – Pregunta mientras Dimitri entra a la cocina con algo de resaca. Le doy algo para beber mientras nota la sortija en mi dedo.

-Sigo sin creer que aceptaras... - Dice dándome un beso.

-¿Yo puedo llevar un vestido de bodas también? – Pregunta Ji-a y continúa desayunando.

El día fue estupendo, nos alejamos de todo y fuimos a un lugar cercano para pasar una tarde de picnic los tres, Ji-a hacía muchas preguntas sobre cómo sería la boda, si invitaríamos a sus compañeros, si el pastel sería de chocolate o mora, sus sabores favoritos, si ella podía llevar los anillos. Por un momento nuestros problemas desaparecieron, el juicio, el hospital, Ming, Avery.

Julio llegó de golpe, el día de volver a Nueva York llegó sin que yo lo esperara. No sentía ganas de ver a Avery hasta que me subí en el avión. Cada hora mientras trabajaba recibía tiernos mensaje de Dimitri. El día terminó y llegué a L'opportunite, me impido entrar, la sortija me impide entrar. No quiero ocultarla, no quiero, pero si quiero verla. Soy... lo peor, no puedo continuar con esto. 

Las trece veces que te viDonde viven las historias. Descúbrelo ahora