Capítulo 4. La culpa de abril. Parte 1.

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Avery.

Frente mío esta L'opportunite, la gente entra, sale. Y yo, frente al café sin saber si guardar la sortija o irme con ella puesta. Me acerco a la ventana para observar aquella mesa en el fondo, detallo el sitio hasta encontrarlo, a él, a él... ¿con una chica?

Abro la puerta haciendo que la campana suene, la chica se levanta, es una de las meseras que se aleja con una sonrisa y preguntándome si pediré un capuchino. Respondo que sí, tomo asiento saludándolo, mi mano sobre la mesa siente la suya.

-Estoy feliz de verte. – Añade.

-No podría faltar a nuestra cita. – Digo recordando que aún tengo la sortija puesta en mi otra mano.

-Es lindo que nos sigamos viendo acá.

-Siempre nos veremos acá, es nuestro sitio, nuestro lugar. – Suelto su mano y bajo la mesa quito mi sortija guardándola en mi bolsillo.

La mesara llega con el capuchino, ambos terminamos nuestras bebidas mientras conversamos de como estuvo el trabajo.

-Vi en internet que el mejor plan romántico que existe en esta ciudad es dar un paseo por Central Park en un carruaje, ¿quieres venir? – Pregunta algo apenado.

-Si, quiero ir. – Respondo nerviosa.

La tarde continuó hermosa, el paseo carruaje lo hizo perfecto, conversamos sobre cómo sería vivir allí, cómo sería vivir juntos allí, eso me asustaba, estaba planeando un futuro con mi amante, alguien que no sabe que Johari existe; el paseo terminó, sus labios se unieron a los míos, ya no lo sentía como un intruso, o sí, pero ahora es un intruso conocido, alguien que deseo que me bese.

-Ash, ¿qué sigue después? – Pregunto susurrando en sus labios mientras toma mi mano.

-Quiero llevarte a mi cuarto. – Susurra yendo hacia mi oído.

Durante el camino a su hotel me sentía nerviosa, era claro que él también, no soltaba mi mano, yo miraba sus labios y contaba los segundos para llegar. Bajamos del taxi, entramos, subimos el ascensor, llegamos a su habitación. Por la ventana la ciudad se veía hermosa, se sentía como si ella también fuera cómplice de nuestros actos.

Sus labios. Oh, sus malditos labios se apoderaron de los míos, siento su deseo al suspirar, sus fuertes manos toman mi cintura apretándola a la suya, susurra mi nombre, susurro su nombre, poco a poco quita mis prendas, yo lo despojo de las suyas, él despoja a Johari de mis pensamientos mientras se adueña de mí, de mi cuerpo, de mi ser, de mí, de mí.

Besa mi cuello, besa mi busto, besa mi abdomen, besa abajo, más abajo, hasta hacerme tan suya que no soporto el pensar que dejaré de serlo en algún momento. Miro hacía la imponente ciudad, su fuerte luz, sus fuertes trazos, su fuerte él que me toma, que no me deja descansar.

Al despertar lo veo dormir, miro la ciudad, veo el reloj, recuerdo la hora del vuelo. Me levanto rápido tomando mis cosas, y haciendo que la sortija caiga al suelo, lo veo dormir aún y tomo la sortija con rapidez.

El camino a casa fue horrible, la culpa me invadió, no me sentía capaz de ponerme la sortija de nuevo, llego a casa, veo el auto de Johari estacionado; saco la sortija y la devuelvo a su lugar, me siento avergonzada, ¿Qué debo hacer ahora?

Las trece veces que te viDonde viven las historias. Descúbrelo ahora