Capítulo 3. En marzo te besé. Parte 1.

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Asher.

Llueve en la gran ciudad, es como si la ciudad y yo estuviésemos conectados. El caos acá es como el caos en mi corazón, en lo que siento, en Dimitri, en Avery; en mí. El ruido de los autos ensordece mis latidos, mis pensamientos, e incluso ensordece mi forma de decidir. Dejé de conocerme al conocerla, soy hombre, soy gay, soy... ¿bisexual? Llevo días preguntándome eso, cuestionándomelo.

El taxi parquea frente al hotel, saco mi paraguas, pago el taxi y bajo abriendo el paraguas, un fuerte viento me hace soltarlo, cierro de golpe la puerta y corro para tomar de nuevo el paraguas mojándome en el proceso. Lo alcanzo, veo lo mojado que estoy y camino sobre la acera para llegar a la entrada del hotel.

Avery.

Soy mujer, soy lesbiana, soy... ¿bisexual? Llevo días preguntándome eso, cuestionándomelo. En la universidad tuve experiencias con hombres, pero nunca como con Asher, nunca imaginé a un hombre tocarme, sentirme, él sí; él si provoca ese sentimiento, ese deseo. Su taxi aún va frente al mío.

Su taxi frena, le pido al mío que lo haga cuando veo su puerta abrirse y con ella un paraguas, el paraguas se escapa por el viento y él corre a recogerlo. Me apresuro a bajar rápido y seguirlo, noto que la lluvia cae sobre mí, lo veo caminar sobre la acera frente al hotel.

-¿Asher? – Digo.

Asher.

Todo Nueva York se volvió gris, solo su vestido amarillo resalta entre todo. Me acerco a ella, la veo empapada, camino hasta que el paraguas nos cubre.

-Lamento llegar tarde. – Susurra.

-Av... - Tomo suave su mentón.

-Ash... - Y la beso. Mis labios, sus labios, todo dejó de ser una fantasía, dejó de estar en nuestra imaginación, dejó de ser imposible, dejó de ser un sueño, para mí, para ella, para ambos. Sus manos tomaron mis mejillas, mi mano tomo su cintura atrayéndola.

-¿Podemos cenar juntos? – Susurra sin alejarse mucho de mis labios.

-Es una buena idea. – Respondo.

Entramos al hotel, caminamos juntos al restaurante. Pedimos una mesa y el mesero nos lleva hacia ella.

-¿Qué va a pedir usted y su novia? – Me pregunta el mesero haciendo que me sonroje.

-No, trae algo que sea una sorpresa para los dos. – Dice ella coqueteándome. El mesero se va y ella toma la iniciativa tomando mi mano. A mi mente viene Dimitri, recuerdo la primera vez que lo invite a cenar.

-¿Estás segura? – Pregunto.

-Sí, con nosotros nada sale como lo planeamos, así que es mejor dejarlo al azar. – Responde con una sonrisa.

El mesero regreso con dos platos, pregunto cuál para la dama y cuál para el caballero sin mostrarnos qué es.

-Elijo el de la izquierda. – Dice ella algo emocionada. Él lo sirve mostrando un filete, procede a abrir el plato de la derecha y servirlo, es un plato de camarones. Río un poco al ver mi plato, él se despide deseándonos una buena cena.

La cena empezó, nuestras conversaciones se enfocaban en nuestros trabajos mientras su pie derecho salía de su zapato para rosarme la pierna.

-Quiero hacerte pregunta. – Me aventuro, ella asiente.

-Dime.

-¿Por qué seguimos viéndonos? – Mi corazón se aceleró al preguntarlo.

La cena terminó, dejó de llover y la acompañé a tomar un taxi. El taxi paro frente a nosotros, en mi mente deseaba desnudarla, deslizar su vestido amarillo y hacerla mía, pero ella tenía razón, su respuesta a mi pregunta tenía razón. Así que solo me acerque a sus labios para besarla, para despedirme, y dejarla ir por hoy.

Las trece veces que te viDonde viven las historias. Descúbrelo ahora