Profesora Zoë (3)

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+18 AVISO

El  final de las clases de viernes llego, los pasillos universitarios se llenaron de estudiantes  ansiosos por escapar del confinamiento de las aulas. Entre ellos, Levi, con su habitual expresión impasible, se dirigió con paso firme hacia la oficina de Hange. No le bastaba que en clases sus miradas se cruzaban a escondidas, cargadas de significado, a veces se daban un roce accidental de sus manos bajo la mesa, pero eso solo atraía un fuego que solo podían apagar a escondidas, en la seguridad de la oficina de Hange.

Al llegar a la oficina, Levi encontró a Hange esperándolo junto a la puerta. La profesora, con su cabello castaño recogido en una coleta y una sonrisa radiante en su rostro. Un cosquilleo de deseo recorrió la espalda de Levi al verla.

Sin mediar palabra, se fundieron en un abrazo apasionado. Las manos de Hange se deslizaron por la espalda de Levi, acariciando la tersa tela de su camisa, mientras que él la apretaba contra su cuerpo, absorbiendo su fragancia y el calor de su piel. Sus labios se encontraron en un beso ardiente, una mezcla de fuego y ternura que expresaba la intensidad de su pasión prohibida.

Las caricias se intensificaron. Las manos de Levi exploraron con avidez la anatomía de Hange, recorriendo las curvas de su cuerpo bajo la suave tela de su vestido. Sus dedos se enredaron en su cabello, atrayéndola hacia él para un beso más profundo. Hange gimió suavemente, rendida al placer que le provocaba su joven amante.

Levi la condujo hacia el sofá, donde se sentaron entrelazados. Sus labios recorrieron el rostro de Hange, deteniéndose en sus ojos, su nariz y sus labios, saboreando cada centímetro de su piel. Ella le correspondía con igual fervor, sus manos desabotonando la camisa de Levi con dedos impacientes.

El tiempo parecía haberse detenido mientras se entregaban al placer, olvidando por un momento las normas y las responsabilidades que pesaban sobre ellos. La oficina, antes un espacio de trabajo austero, se había convertido en un refugio de pasión.

Sin embargo, la realidad pronto se impuso. Un golpe seco en la puerta los devolvió a la tierra. Se miraron, con una mezcla de pánico y deseo en sus ojos, antes de separarse bruscamente. Hange se apresuró a arreglar su ropa, mientras que Levi se abotonó la camisa con manos temblorosas.

- ¿Quién era? -   preguntó Levi en voz baja, aún con la respiración agitada.

- Solo era el conserje-  respondió Hange, con un tono de voz que intentaba sonar casual. Debemos tener más cuidado, puedo ir a tu habitación este viernes si quieres. 

- No lo sé...

- Quieres ir a mi apartamento?

-  Tengo que trabajar hoy, no se si pueda ir Hange

- ¡Oh entiendo! Entonces podemos vernos el fin de semana

- Sí, me parece una buena idea, pero en tu apartamento, en el edificio de habitaciones hay muchos estudiantes. No quiero ponerte en riesgo no hasta que encuentres un nuevo empleo o yo puedo dejar la universidad, buscar otra

- No vas a dejar tus estudios por mí, tus calificaciones son excelentes, puedes incluso estudiar en el extranjero Levi

- No me voy a alejar de ti.

Pasaron el fin de semana juntos en el apartamento de Hange, mirando televisión, jugando ajedrez, arreglando algún reloj antiguo, la castaña admiraba la inteligencia del joven, Levi no era de muchas palabras, pero con cada gesto se daba cuenta que era un hombre como ninguno, sus sentimientos  iban creciendo cada vez mas. 

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LEVIHAN HISTORIAS CORTASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora